Colombia no era una fiesta

1.

Ayer tuvo lugar la entrega oficial de las armas por parte de las Farc. Un hecho histórico que ha sido recibido con cierta indiferencia por gran parte de los colombianos y la comunidad internacional. ¿Es acaso una señal de escepticismo o la conciencia de haber dado un paso más en el proceso de reinserción de la guerrilla a la vida civil?

Como todo en este proceso, impera el pero: entregaron algo más de 7.000 armas pero aún falta recoger el contenido de 900 caletas, sin tener un indicativo aproximado de cuántas armas podría haber en estas. ¿Falta de transparencia de las Farc o sencillamente no llevan inventarios por vivir en la selva? Es de suponer que habrá una sorpresa similar cuando entregue el informe sobre sus bienes.

Así es muy difícil que el proceso termine de convencer a todos los colombianos, si bien el paso de mayor compromiso ya ha sido dado: el Secretariado está escoltado por el Ejército y más de 7.000 guerrilleros se encuentran ubicados en las zonas veredales y campamentos dispuestos para la desmovilización. Es muy difícil pensar que el Secretariado tiene un plan de fuga para llamar a levantar las armas de nuevo a sus militantes. El escenario más sombrío sería que quedaran células ocultas encargadas de reaccionar en caso de que algo le sucediera al Secretariado. Casi de película de ficción pero no es descartable del todo: quedan 900 caletas y no se sabe si son todas. Se conoce también la desconfianza histórica entre Farc y Estado.

Cuando se piensa que las Farc sabotearon el Caguán porque estaban convencidas de que se iban a tomar el poder con 20.000 hombres, hoy su desafío de momento no es gobernar un país de 50 millones de personas, sino mantener a sus casi 10 mil miembros unidos como movimiento político. Los antecedentes históricos, 5 grupos guerrilleros desmovilizados y ningún partido político sobreviviente conformado por ellos juegan en su contra. No en vano el presidente Santos anunciaba el fin de las Farc en París, mientras que Timochenko, optimista, insistía en decir que las Farc no se acaba sino que deja la vía armada como camino para la revolución.

2.

El desarme oficial no fue la única noticia relevante ayer: la revista Semana informaba que las 1000 empresas más grandes de Colombia representan el 80% del PIB, mientras que la Unión Europea imponía una multa histórica a Google (Alphabet) por el abuso de su posición dominante en el mercado. ¿Qué tal que en Colombia se impusieran sanciones por abuso de posición dominante en el mercado?

Ya el exministro Rudolf Hommes alertaba sobre este preocupante escenario hace unas semanas: la economía colombiana no está creciendo a buen ritmo y esto es preocupante para el grueso de la población que no pertenece a esas mil empresas colombianas. La sanción a Google se debe a que:

Lo que Google ha hecho es ilegal bajo las normas europeas. Niega a otras compañías la oportunidad de competir en igualdad de condiciones e innovar. Y lo más importante: niega a los consumidores europeos una verdadera elección de servicios y los beneficios completos de la innovación.

La economía colombiana no puede seguir en manos de élites extractivas, que no están generando riqueza sino absorbiendo la que produce la nación. La sanción de la UE aplica perfectamente a los oligopolios nacionales.

3.

A estas tres noticias importantes se sumó una digna de república bananera: el fiscal anticorrupción Gustavo Moreno será extraditado por corrupto a los Estados Unidos. Viajaba a dar una conferencia sobre El nexo del narcotráfico y lavado de activos en la lucha contra la corrupción y a recibir 10 mil dólares del anticipo de un soborno para dilatar una investigación judicial contra el exgobernador de Córdoba Alejandro Lyons.

Es decir: si el fiscal anticorrupción de Colombia es un corrupto extraditable, ¿quién puede liderar la lucha contra la corrupción en el país? Aquí es muy difícil pensar que se trata solo de una manzana podrida, de ese tamaño es la extensión del cáncer.

El escenario global no puede ser más deprimente entonces: grupúsculos políticos (que no partidos) sin programas a futuro para el país, una economía estancada y dominada por los oligopolios, grandes medios de comunicación en sus manos e instituciones carcomidas por la corrupción; aquí es donde se llevará a cabo el posconflicto. Quizás los colombianos son en realidad conscientes de todos estos males y perciben a las Farc como un problema menor que en el fondo no los toca; los verdaderos problemas están en otra parte.

4.

Quizás no haya terreno más fértil para la utopía que el caos: cualquier propuesta que ayude a diseñar un nuevo horizonte se constituye en la luz al final del túnel. Pero no nos llamemos a engaños: mientras no haya voluntad de cambio, de empezar el camino hacia alguna Utópica, las cosas solo pueden seguir igual o peor. Es hora de sacudirse. Como decía un bello cuento, se pueden escuchar a la distancia los pasos del asesino: tic tac tic tac.