El virus de la ascensión (o Remedios, la Bella, revisitada)

Soy de los que piensa que la ascensión de Remedios, la Bella, en Cien años de soledad es de lo que más daño le ha hecho a la noción del realismo mágico. ¿Por qué? Porque lo entronca con la definición que de realismo mágico hicieran Uslar Pietri y Miguel Ángel Asturias (mostrar lo irreal como algo cotidiano y común) y no con la magia de la realidad del Caribe. García Márquez defendía la ascensión de Remedios acudiendo al primer párrado de La metamorfosis: si Gregorio Samsa amanece hecho un insecto y Kafka lo cuenta con la mayor de las naturalidades, ¿por qué Remedios no puede subir al cielo de la misma manera? Mientras el escritor sea capaz de hacerlo creíble, sucede.

Ese primer párrafo de La metamorfosis ha sido un shock para cualquier futuro narrador. Sin embargo, la realidad que se encontró García Márquez le permitió escribir muchos párrafos igual de desconcertantes ante los ojos de quienes viven otra realidad. Se da una paradoja maravillosa: para muchos caribeños, García Márquez (como él mismo lo contaba con humor) se limitó a transcribir las historias de sus abuelos; para los demás lectores que no conocen esta realidad, muy poco de esto pudo existir. Cuando veo los noticieros en Holanda, cuando leo la prensa neerlandesa o inglesa, me doy cuenta de lo bien que Colombia se ha ganado el nombre de Locombia. No hay día en que no suceda algo propio del realismo mágico. Y esto ya de por sí es algo tremendamente mágico.

¿Era necesario entonces que Remedios ascendiera y marcara la estela de cómo sería comprendido el realismo mágico? García Márquez cuenta cuántas noches de sufrimiento le costó escribir este párrafo, Álvaro Mutis fue testigo también. ¿Cuál es la fascinación por ese ascenso? ¿Por qué es necesario artísticamente? Para mí es una especie de virus del inconsciente que pretende hacer increíble una historia, hacer un autohomenaje a la imaginación (¡vuela!) o a la imagen bíblica de la asunción. Podríamos llamarlo el virus de la ascensión.

A muchos jóvenes autores colombianos les han preguntado que si ha sido fácil abrirse su propio camino escapando de la influencia del realismo mágico garciamarquiano. Y muchos han respondido diciendo que cuál influencia, si para empezar son autores urbanos que han vivido otra realidad. En mi opinión es una respuesta pobre, pues la magia de la realidad no se limita a los pueblos del Caribe; yo mismo he visto incontables escenas de realismo mágico en Europa. Que decidan contarla con otro estilo u otro enfoque es otra cosa.

Pero en fin, esto es otra discusión. Escribo sobre el virus de la ascensión porque me la he encontrado en dos películas recientes: Birdman, de Iñarritu, y Youth, de Sorrentino. Si el lector o lectora utópicos de esta entrada no han visto estas películas y quieren verlas, por favor accionen el freno de mano ya mismo para no dañarles la experiencia.

El final de Birdman era completamente innecesario. Mi hipótesis es que el guión original terminaba con el suicidio del protagonista en escena y, con la adicción de Hollywood a los finales felices, el director y los guionistas encontraron la forma de hacer un final humorístico y más liviano: no se voló los sesos, solamente la nariz, algo realmente sorprendente ya que se disparó en la sien. Me encantó cuando Birdman aparece casi al final sentado en el baño, como anunciando que viene una cagada. Y en efecto, el virus de la ascensión volvió a hacer de las suyas: Riggan termina subiendo tras la estela de Remedios.

Con Youth sucede algo especial. La primera vez que la vi fue en Bruselas: la película iba muy bien hasta que al final el monje budista levita: ¡oh sí, el virus de la ascensión ataca de nuevo! A pesar de esto me gustó tanto la película que cuando la propusieron en el Filmclub en Ámsterdam acepté repetirla sin comentar nada. Y ¡oh, sorpresa! En la cuarta parte final varias escenas fueron cambiadas de orden, de tal manera que el monje levita mucho antes, justo antes de la escena inolvidable de Miss Universo entrando en las aguas termales. Cuando esto sucedió mi reacción fue de incredulidad: ¿cortaron tanto la película? ¿les pareció muy larga y dejaron tantas cosas afuera? Estaba en shock, que se alivió (o empeoró según se vea) cuando entró la diosa rumana Madalina Diana Ghenea, en una secuencia que paga la boleta por sí sola. El final es otro, un pelín más acertado, que logra en todo caso escapar al virus de la ascensión como cierre final. De pronto pensaron que terminaba como Birdman y decidieron cambiarlo. O les habrá molestado que los asociaran con el realismo mágico. Será una anécdota hablar con amigos y otras personas sobre la película y sorprendernos mutuamente con cuál fue el final que les tocó ver. Igual la pregunta que me inquieta es: ¿atacará de nuevo el virus de la ascensión? ¿cómo se cura eso?