Fábrica de colchones. Diseñamos sus sueños.

Aunque sabía que Jodorowsky estaba en la Feria del Libro de Madrid presentando su libro Manual Práctico de Psicomagia, igual quise pasar por el café Le Téméraire para tener la experiencia de una tarde con sus discípulos. Le pregunté a mi amiga J si quería acompañarme, revisó la dirección del café en Internet para ubicarse y descubrió que ese día Jodorowsky estaría allí leyendo el tarot. Estuvo tentada pero al final su agenda se lo impidió. Mi curiosidad aumentó más aún y preferí irme caminando hacia el café en lugar de tomar el metro para jugar con los nombres de los locales comerciales, imaginando que seguía un poco los pasos de Walter Benjamín en Dirección única pero en la París del siglo XXI. De entrada me encontré con una fábrica de colchones que tenía como eslogan Diseñamos sus sueños, lo cual me pareció un buen presagio para la historia de esa tarde.

El café es como cualquier otro parisino. Mesas afuera improvisando una terraza, una barra en L aprovechando la posición esquinera, y un salón mediano donde toma lugar la lectura del tarot. J me contó que a las tres de la tarde empezaba la inscripción para participar en el sorteo de las 30 personas a las que Jodorowsky atendería. El sorteo sería a las cuatro de la tarde. Llegué diez minutos antes de que se cerraran las inscripciones, pero por fortuna, aún no habían empezado a distribuir los tiquetes para el sorteo.

Pedí un vino en la barra y le pregunté al camarero cómo iba la cosa. Me contó que ya en 20 minutos empezarían a repartir las boletas. A mi lado un hombre le preguntaba a otro que para qué eran las boletas. “Lectura del tarot”, le respondió. “Ah, ¿para leer el futuro?”. “No, para leer el presente”. Puso cara de extrañado y terminó de beber su copa: “¡Suerte!”.

Me fui con mi bebida a buscar cómplices. Era obvio que se había extendido la voz de que Jodorowsky estaría esa tarde. Había unas 50 personas en el café, de diversas nacionalidades. Me acerqué a la mesa donde vi una pareja de mujeres chilenas o argentinas y les pregunté si podía sentarme. “Claro, siéntate acá”. Eran chilenas, madre e hija.

La madre me contó que habían estado la semana anterior y que como Jodorowsky estaba en España, no vino mucha gente, apenas 22 personas y a todas pudieron leerles las cartas. “Pero mi hija, que estudia psicología transpersonal, quiso venir de nuevo a ver a Alejandro. Ojalá tenga suerte esta vez, porque hay mucha gente”. La hija hablaba con un joven alemán que nació en México de padres alemanes. Era la tercera vez que viajaba a última hora a encontrarse con el psicomago pero no había tenido suerte. Confiaba en que hoy sí sería su día. —Quiero ser padre —dijo— pero la gran desgracia en mi familia es que todos los hombres abandonan a sus familias: mi abuelo dejó a mi abuela, mi padre a mi madre y yo no quiero que me pase lo mismo con mi esposa, aunque estoy muy tentado a hacerlo, por ello no he podido tener hijos aún.

Todos le deseamos suerte. Empecé a hablar con la hija, Andrea, que desbordaba vitalidad. Me contó de su experiencia con el tarot la semana pasada, marcada por el arcano XII, El Colgado. Mientras más me hablaba con entusiasmo sobre sus intereses, sus estudios, sus experiencias, más felicidad sentía por presenciar cómo se formaba una curadora. Vi a su madre y era claro que tenía esa mezcla de amor y paciencia necesaria para llevar una fuerza de la naturaleza como ella. No siempre era fácil. Andrea empezó a contar una pesadilla que había tenido, según la cual en una vida anterior había sido una judía perseguida por los nazis. La madre levantó los ojos y me imaginé que probablemente la hija había intentado hacer un símil entre ella y sus padres. Hablando un poco más, el símil empezó a perfilarse con su situación en el colegio donde había estudiado. En una sociedad tan conservadora como la chilena, una joven como Andrea debe ser poco menos que un peligro público. —Sentí un alivio cuando me imaginé que me entregué a la Gestapo.

En ese momento, cerca de las cinco de la tarde, empezó el sorteo con los números. El joven alemán recibió el número tres. No cabía de la dicha. Andrea el 10, su madre el 28, yo el 20. —Traje tanta energía que alcanzó para todos —dijo Christian—: Sabía que hoy era mi turno. Se acomodaron las mesas para abrirle espacio a Jodorowsky. A su izquierda se sentaron atentos sus discípulos, a la derecha, algunos curiosos. Era claro que Jodorowsky hacía estas lecturas en un café precisamente para evocar el ambiente distendido, de familiaridad, lejos de la impresión de un templo o cosa parecida, si bien había una biblioteca con sus libros y un retrato suyo, probablemente donación de algún pintor al que había sanado.

El ritual es relativamente sencillo. Llaman el número, la persona se acerca, Jodorowsky lo mira con atención, le pide que le cuente cuál es el motivo de la consulta mientras le da una baraja del Tarot de Marsella restaurado por él y Camoin para que la baraje mientras habla. Le pide que extienda las cartas sobre la mesa y escoja tres sin girarlas. Impresiona su capacidad para leer el mensaje como un relámpago, para iluminar a la persona como un rayo en medio de la noche.

Llaman al número tres y nos quedamos todos atentos en la mesa. —Prefiero quedarme en la mesa por respeto a su privacidad —dice Andrea. De lejos veo cómo Christian descarga toda su historia. Se siente el peso emocional. Qué le irá a decir Jodorowsky, que ha tenido hijos de tres mujeres diferentes, me pregunto. En todo caso, es ya un alivio para él que pueda encontrarse con el psicomago, de lo contrario seguiría aplazando los cambios a la espera de ese milagro. Su lectura termina en 10 minutos y se le ve una sonrisa de hombre entre convencido y confundido: —Debo crearme una nueva identidad, ¿qué voy a hacer ahora? Dejarme crecer el bigote, cambiarme el estilo de peinado. La madre chilena lo interrumpe y le dice: disfrázate de padre. Ahora sí que tiene mirada de confundido. —Eso podría ser. Y se prepara para partir: su avión de regreso a Italia es en 2 horas. Nos desea suerte y se va.

Cuando llaman al número 8, se acerca un hombre y le pregunta a Andrea si puede cambiarle su tiquete, el 25, porque va a perder el bus de regreso a su pueblo. Ella lo hace encantada para frustración de mi curiosidad: quería saber si Jodorowsky la reclutaría como sanadora.

—Me voy a quedar un semestre en París y seguro tomaré un curso de tarot con él, entonces no tengo afán.

Hacia las 7 de la noche y después de leer el tarot al número 15, Jodorowsky decide que es tiempo de irse a casa. —Imagínate, tiene 80 años y lo operaron hace dos semanas de la columna, es increíble que haya estado ahí tanto tiempo —dice la madre. —Sí, pero recuerda que cuando el sabio da energía, la recupera con el acto de dar: no se desgasta —anota la hija. No puedo más que sonreírme, es claro que su vitalidad ha tenido poco contacto con el cansancio. —No te preocupes —me dice—, te lo leerá alguno de sus discípulos, confía en ellos, no por nada él los escogió. Yo en cambio creo que no voy a utilizar mi turno: la lectura de la semana pasada es muy clara.

Mi turno llega finalmente hacia las 8 de la noche. La tarotista es una mexicana que tiene el aura de una chamana. Su rostro es azteca y veo en sus ojos la fuerza vital. Le cuento todos los detalles de mi consulta, me pide que mezcle la baraja y seleccione tres cartas. Es tan clara la progresión de las cartas que me dice: —Estás muy cerca de resolverlo y tienes toda la energía necesaria para lograrlo —y me da dos ejercicios de psicomagia. Vuelvo a la mesa a despedirme de la madre y la hija chilenas. Me despido también de Le Téméraire, ya casi vacío, y llamo a J a contarle la experiencia: —Vente a cenar y me cuentas todos los detalles. Me dirijo rumbo a su casa y sé ya que por un buen rato no veré más la fábrica de colchones donde diseñan nuestros sueños.

10 Comments

  1. Hola, me podrían proporcionar el domicilio y número telefónico del café Le Téméraire en Paris. Gracias

  2. Yo he pasado por una misma realidad que tú. Mis energías no podían más conmigo y no sabía ya qué hacer. Recurrí a varios lugares de hechicería y tarot. Realmente no encontré resultado complaciente alguno, después de mucho investigar mi primo me sugirió esta página web amarreamor.com. La verdad es que el trato que obtuve ahí fue soberbio y muy personalizado. No estaba muy fascinado de que fuera a resultar lo que me aseguraron, pero finalmente he realizado lo que tanto he pedido. Es mi experiencia, espero que te sirva de ayuda. Suerte en tu Vida José.

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