Hojas de otoño

Llegamos un sábado en la mañana con F a Montecatini Terme. Nos pareció muy agradable la terraza de la estación del funicular que lleva al centro antiguo y nos sentamos ahí a desayunar. Al ver el menú descubrimos que los italianos no desayunan huevos, en ninguna de sus formas. Lo suyo son el café y los bizcochos. El mesero hace una excepción con nosotros y le pide al chef que nos prepare unos huevos en tortilla. Nos los trae fritos pero no le damos importancia. En la mesa de al lado hay una joven concentrada escribiendo. Me llama la atención que tiene un montón de páginas acumuladas a su lado y me pregunto desde qué hora estará escribiendo para alcanzar tal nivel de producción. Al paso que va pienso que trajo todo su trabajo para revisarlo en esta mañana de sol. Un plan fantástico, me parece.

De la montaña desciende una fuerte brisa y empieza a llevarse todas las hojas de su montón, que se elevan como alas al viento. Me levanto y salgo corriendo para atrapar las que más pueda. Ella se sonríe y nos dice en italiano que no, que no es necesario, que las deje volar, que ese es su propósito.

Veo cómo se alejan y le pregunto que por qué no le importa perderlas. «Son mi regalo para darle la bienvenida al otoño. Me gusta ver cómo las hojas se entremezclan, como danzan entre sí, un baile casual gracias a un fortuito viento. En ellas escribo poemas e historias que ojalá sorprendan a los caminantes. Tomen, les regalo una a cada uno».

A mí me toca un poema sobre el silencio cortado por la saeta de un susurro, a F una página del diario de una niña que cuenta todo lo que descubre mientras aprende a bailar. La escritora vuelve a su tarea que solo interrumpe ante el viento que llega de nuevo y vuelve a llevarse sus hojas. Está feliz.

F propone que demos una vuelta alrededor de uno de los principales baños termales para conocerlo. En el camino vamos encontrando las hojas entremezcladas de la joven escritora. Me inclino a recoger una y F me detiene, dándome a entender que no debo alterar el curso de la poesía:

Una bella redefinición de las hojas de otoño. Retomamos nuestro camino hacia Lucca.

Disfrutemos: