Profiling

De visita por Bruselas me cuenta mi hermana que una de las estrategias de la policía belga para prevenir los ataques de terroristas es el profiling, la acción de filtrar a las personas por su aspecto físico. Para la inteligencia belga esto es posible porque, como en el juego de Plaza Sésamo, muchos de estos niños son como los otros:

Célula terrorista de Bruselas

Célula terrorista de Bruselas

No voy a negar que tengo fotos mías parecidas a estos jóvenes terroristas, así que ya sé que no debo sorprenderme si me requisan en la calle. De hecho fui a escribir a un café y al salir de la estación del metro me pidieron dos soldados fuertemente armados que por favor abriera mi maletín. Me hablaron en francés y les respondí en holandés. «Ah, ¿habla holandés?», y de inmediato se relajaron. Vaya profiling. Empezamos incluso a charlar de manera casual. Les pregunté que cómo podría salir de esa estación, pues las salidas que conocía estaban selladas. Me dieron unas indicaciones y creo que de haberles pedido un selfie con ellos habrían aceptado.

Pensé también que una forma novedosa de cometer suicidio sería lanzarles el maletín que llevaba, como en la broma viral del jeque falso en Australia. Pero lo que más me sorprendió fue descubrirme a mí mismo haciendo profiling de las personas con las que viajaba en el metro. Traté de perfilarlas un vagón hacia adelante y otro hacia atrás. Y la gran ventaja del verano es que no es necesario llevar chaquetas o abrigos, entonces la sospecha se reduce a los maletines ahora.

Al pasar por Maalbeek sentí el escalofrío que producen las huellas de la muerte, a la vez que me alegré porque hubieran rescatado los emblemáticos dibujos de Benoît van Innis. Antes me subía al metro y me gustaba imaginar historias con las personas que veía, a sabiendas de que la realidad es mucho más rica y diferente. Mi primera batalla para vencer el miedo a un nuevo ataque pasa por volver a ese juego, sin ocultarme que el riesgo aún está presente. Es decir, profiling -> lo mínimo.