Réquiem por una araña

Máquina de escribir

A veces me atacan extraños momentos filosóficos, momentos en los que se produce una súbita pausa, ataca el instante filosófico y luego sigo con lo que estaba haciendo. Como esta mañana en la ducha: entré a bañarme y sin darme cuenta atrapé a una araña en un remolino de agua.
En lugar de tratar de rescatarla me atacó el momento filosófico. Me hablaba de lo frágil que es la vida, como la de esta araña que salió en la mañana a trabajar o pasear, se despidió quizás de su familia con la promesa de conseguir alimento y, sin darse cuenta, de la nada la atrapó un inesperado remolino que se la llevó por el alcantarillado. Si sobrevive su vida habrá cambiado por completo, probablemente jamás volverá a ver a los suyos, todo en menos de 5 segundos.
Vi cómo el agua se la llevaba por el agujero negro del sifón. Allí termina la fragilidad -seguía el momento filosófico- mientras veía mis dos pies en la tierra. ¿Con qué cara le digo «go with the flow, es la era de la modernidad líquida», a ella, la tejedora de redes? ¿Se trata acaso de una señal de nuestro tiempo? Silencio.
Con la araña se fue el momento filosófico y seguí con mi ducha. Raros esos ataques. Pobre araña, extraña mensajera.