Silencio

“Me voy”, dijo ella.
Empieza el amanecer y siento dolor de estómago. No por el vino sino porque de verdad se levanta y empieza a buscar su ropa. Hasta que aparece con el abrigo puesto ante la puerta de mi cuarto salgo de la cama.
“¿Qué haces hoy?”, le pregunto.
“U”, responde.
“¿Volveré a verte?”. Guarda silencio. Le digo que me gustaría mucho verla de nuevo. Aprieta los labios, me da un beso rápido y desaparece. ¿Se ríe? Si me estiro por la ventana puedo ver hacia la calle. Ella ya se ha ido. Aún desnudo y casi colgando por el muro me sonrío por primera vez en esa mañana. Veo conmovido que en la ventana de un auto ha escrito, con letras grandes, “SÍ”.

GERRIT JAN PULLES