The Man, 11. Utopías que matan

Llevo mucho posponiendo esta entrada pero por rigor con mi oficio de cronista utópico no puedo dilatarla más: se trata de un nuevo capítulo del libro Utopías que matan.

En el viaje al lugar de La Mancha hicimos una parada estratégica con D. en Madrid para entrevistarnos con el psiquiatra que estaba organizando un simposio de psiquiatría en Sevilla ese año. Nuestra tarea era averiguar, entre los psiquiatras participantes, si habían tenido contacto con pacientes que les permitieran hablar del síndrome de Don Quijote, de personas que hubiesen experimentado una profunda transformación en sus vidas luego de leer un libro (o ver una película también), de tal manera que su percepción de la realidad se alterase, y de pacientes que luego de pasar por este síndrome hubiesen logrado superarlo, como hace al final Alonso Quijano. El esfuerzo parece que no cayó en terreno árido, pues ya se presentó oficialmente el concepto en la Asociación Española de Médicos Escritores y Artistas. Para los cronistas utópicos, el Síndrome de don Quijote abarca también la persecución de utopías letales (aquellas que pueden llevar a la muerte propia o de otras personas).

Anders Behring Breivik es el caso más reciente reconocido de síndrome de don Quijote. Las fuentes de su utopía (una Noruega sin musulmanes ni multiculturalismo; su etnia pura y bien conservada) son múltiples, un amplio espectro que va de Wikipedia a Geert Wilders, el líder de la ultraderecha holandesa.

Precisamente, alrededor de 8 meses antes (4 de octubre de 2010) de la masacre de Breivik, se inició el proceso contra Geert Wilders por su discurso que incita al odio y la discriminación. Los jueces declararon la acusación improcedente el 23 de junio de 2011, ya que por su condición de miembro del Parlamento, Wilders tiene toda la libertad de expresar las ideas que su partido considere oportunas, pertinentes o relevantes para la sociedad, sean cuales sean. Si bien este fallo se consideró un triunfo de la libertad de expresión, para otros fue una señal de alarma que este tipo de discursos pudieran pronunciarse impunemente e influir a personas en la sociedad para cometer crímenes xenófobos. Visto desde nuestra perspectiva, era una invitación a prevenir el síndrome de don Quijote que la lectura de textos como el de Wilders podría acarrear. Un mes después Anders Behring, lector declarado de Wilders (entre otros), explosionó un molino de viento y mató a los jóvenes llamados a profundizar y continuar la causa de sus enemigos multiculti.

Obviamente Wilders no fue la única influencia; al contrario, de hecho ambos son expresión del sentimiento antislamista que se va extendiendo por Europa. Wilders insultó de paso a cualquiera que sugiriera que él podría tener responsabilidad alguna en la masacre de Utoya. ¿Se pueden responsabilizar a los autores de los libros de caballería de don Quijote por su locura (o lectura)?

El juicio a Breivik no da pie para pensar en su redención a lo Alonso Quijano. Está convencido del bien que ha hecho a su país y de hecho se considera inocente porque cumplió con su deber de patriota. Nos deja otro capítulo desgarrador en la saga de las utopías que matan.
 

5 Comments

  1. Hay un episodio en la novela de Cervantes donde el caballero Don Quijote toma a una manada de ovejas por un ejército de enemigos. Por consiguiente embiste a las ovejas y mata una cantidad considerable de ellas. Posiblemente le pasó a Anders Breivik algo parecido en la isla de Utoya, tomando a los setenta niños que mató por un ejército de invasores.

  2. La imagen perfecta Robert. Doloroso escuchar cómo solo se disculpó con los familiares de las personas que no pertenecían a ese rebaño. Gracias por tu comentario.

  3. Utopías que matan o personajes que matan por ellas? El problema es con estas personas a las que se les difumina la línea entre utopía y realidad.

  4. Buscando fotos sobre los madriles para un trabajo que tengo que realizar en la universidad he dado con vuestro blog y me ha gustado mucho. . Lo pondré entre mis favoritos!.

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