Tarde Donde Fidel

Decía García Márquez que los verdaderos amantes del cine son los que van solos a la función matutina, como parte de su vida y no en plan social acompañados como sucede con las funciones nocturnas. Algo similar podría decirse de Dónde Fidel: los verdaderos amantes de la salsa son los que lo visitan en la tarde, no en plan social como en la noche. Obviamente es una declaración provocadora y pronunciada antes de la era digital.

Ir a Donde Fidel en el mediodía cartagenero es una experiencia similar a ir a escuchar música en la sala Aurelio Arturo de la Biblioteca Nacional en Bogotá. Esta hora me la sugirió el DJ de Quiebra Canto en Cartagena. Como no había mucha gente, me animé a pedirle una canción para bailar con mi pareja: La Quinta Guajira, de la Orquesta Broadway:

“Ajá, te gusta la salsa sinfónica —me dijo—, tienes que ir a Donde Fidel al mediodía, estarás literalmente en tu salsa”. No conocía el lugar y me gustó esa sensación de que me abrían la puerta a un paraíso escondido en la ciudad. Como esos huecos underground de Bogotá donde se entra tocando una clave en la puerta sellada.

Llegué a Donde Fidel al mediodía. Sonaba Rompiendo el violín, de los Jóvenes del Hierro:

Tal como lo predijo el DJ me sentí en mi salsa de inmediato. Me sorprendió además ver que salvo el hombre detrás del bar todo el mundo estaba concentrado en la música. Como en la Aurelio Arturo. Pedí una Póker y me senté en la barra. Fue entonces cuando entró una mujer joven con un vestido de flores semitransparente que dejaba ver que no llevaba sostén. Se sentó muy seria, pidió una Corona y mientras se acomodaba escribía en su celular.

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The Man (18). Florentino Pérez, el último romántico

La construcción es la que lo ha hecho un hombre Forbes. Pero su fuerte es la deconstrucción. Anoche perdió el Real Madrid ante el Barça pero lo hizo dejando cierto buen sabor. No fue como esas derrotas ante el Barça de Guardiola que sumían al madridismo en honda depresión. Al ver el mediocentro del Madrid (Modric, Kroos, Isco, y James en la grada) se notan las horas de Florentino deconstruyendo al Barça de Guardiola, qué tienen ellos que no tenemos nosotros. Y ahora tiene un mediocampo de lujo, jugadores que pueden armar juego. Hoy estará de nuevo Florentino, cual doctor Victor Frankenstein de regreso en su laboratorio, preguntándose que con Casillas, Navas, Ramos, Marcelo, Varane, Pepe, Kroos, Modric, James, Isco, la BBC, ¿qué más hace falta para batir de una vez por todas al Barcelona?

La faceta deconstruccionista de Florentino estaba bien oculta tras su gigantesca empresa de construcción, ACS, y ese capítulo oscuro cuando le entregó al gañán de Mourinho los mandos del Madrid. Fue una medida propia del desespero de no saber qué más hacer para acabar con la dominación del Barça de Guardiola. “Yo sé cómo hacerle esa vuelta, jefe”, le dijo el técnico portugués y Pérez compró sus servicios. Mourinho cumplió con su palabra, a costa de metamorfosesar el madridismo en mandrilismo. Con Mourinho, Florentino nos dejó ver su faceta de Mr. Hyde. ¿Cómo después de ver que Pepe y Mourinho pisaban al rival en el piso pudo decir que eran fieles representantes del madridismo?

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Utopian Sniper (3)

Ha vuelto a despertarme la pesadilla de que soy un francotirador. No me recupero de esa escena de American Sniper en la que Kyle asesina al francotirador de la resistencia iraquí a 1.920 metros de distancia. Una belleza de disparo. Esto es lo que me despierta, el horror de ver lo bello en la precisión del francotirador al disparar a otra persona.

Mi inconsciente me trajo a la memoria a Wile E. Coyote y la felicidad cada vez que llegaba un paquete de los laboratorios Acme. Creo que gracias a él aún mantengo intacta la felicidad cuando me dan un regalo o llega algún paquete de una compra en línea. Wile E. Coyote fue la preparación para la ceremonia de graduación con De Quincey y su Del asesinato considerado como una de las bellas artes. Probablemente De Quincey compartiría que el disparo de Kyle entra en la clasificación.

Cuando Stockhausen propuso que los ataques del 11 de septiembre entraran también el mundo se le fue encima. Tuvo que repetir, de manera resumida, la introducción de De Quincey a su libro. Como director de orquesta, Stockhausen sabía de qué hablaba al ver ese crimen orquestado con cuatro aviones y esos dos grandes estruendos inolvidables al ojo y corazón humanos; casi igual que con el atentado de Atocha, cuando gracias a la impuntualidad, al error en el tiempo (whiplash!), Madrid se salvó de una desgracia aún mayor.

Stockhausen ya no vivió para alabar la desaparición del avión malayo. En la música de Arvo Pärt el silencio es fundamental, la raíz de la cual nace y a la cual vuelve. El avión malayo entra en los anales del asesinato considerado como una de las bellas artes como un gigante alado que desaparece sin dejar el más mínimo ruido, la más mínima huella, silencio total.

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Deepest Blue vs Leo Messi

Cuando Gary Kasparov perdió con Deeper Blue (la versión actualizada de Deep Blue) en 1997 acusó a IBM de haber hecho trampa: afirmó que programaron el supercomputador para jugar contra él. Hoy la mayoría de supercomputadores están basados en procesadores Intel y AMD (x86-64), es decir, casi al alcance de cualquier pyme y son el motor de los estudios de big data ahora.

Después del mundial de fútbol en Brasil pasado, donde las empresas dedicadas al big data hicieron una fiesta, el nuevo técnico de Barcelona se propuso emplear la misma defensa de Gasparov contra Deep blue: la impredictibilidad, presentar semana tras semana una alineación sobre la cual no hay datos suficientes para prever su comportamiento en la cancha. Ya no juega solo contra el oponente, lo hace también contra su Deepest Blue.

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Whiplash. La emoción y el duende.

Recuerdo mi temblor cuando asistí a un concierto de jazz del cuarteto de la pianista Leila Cobo en el Arias Pérez y sus músicos empezaron a sacar partituras. “Oh oh —exclamamos con mi pareja entonces—: ¿Jazz con partituras? ¿Adónde hemos llegado?”. Fue lo más memorable del concierto: las partituras. Whiplash me recordó ese concierto. También el de Pieter Wispelwey interpretando las Seis suites para cello de Bach sin partituras. Un amigo violonchelista que siguió el concierto por radio con partituras a la mano me dijo que apenas se había equivocado en 2 notas. En dos palabras: im presionante.

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