Por un Estado laico en Israel y Palestina

Esta crónica utópica nace de la experiencia desgarradora del ataque inhumano de Hamás en Israel. Ver a jóvenes que festejaban acribillados sin compasión es brutal. Como también lo será la respuesta que los extremistas le exigen a Israel. Parece que solo se sentirán satisfechos con la desaparición de la franja de Gaza.

Hoy mi ser utópico se levanta pensando sobre la convivencia que han logrado judíos y musulmanes en todos los países de Occidente. En Ámsterdam tengo amigos judíos y musulmanes, hemos compartido todos sin problema tardes de sol. Cada uno respeta sus creencias y nunca son motivo de charla o discusión. ¿Por qué lo ha logrado Occidente y no Israel y Palestina?

Desde 1974 la ONU ha insistido en la solución de los dos Estados para resolver el conflicto. Si la experiencia occidental en la que conviven judíos y musulmanes sin atacarse mutuamente nos dice algo es que otra solución posible es crear un Estado laico en Israel/Palestina que se preocupe por el bienestar, convivencia y prosperidad de todos sus habitantes, sin distinción de la religión que practiquen, donde el principal problema sea encontrar un nuevo nombre que refleje su nueva realidad.

Este es un horizonte de convivencia posible, solo necesita que se apacigüen los extremistas y que sigan el ejemplo de tantos israelíes y palestinos que cultivan amistades y relaciones a partir del respeto y aprecio del otro. Desafortunadamente veremos una nueva ola de violencia entre las partes que hará parecer imposible la solución del Estado laico. ¿Es posible curar el dolor de padres que ven morir a sus hijos por fuego enemigo, de hermanos, amigos o parejas? Lo es si esa pérdida se convierte en la decisión de que esa locura debe parar, debe acabarse para que nadie más tenga que pasar por ella.

En mi crónica utópica de hoy Israel no reacciona invadiendo Gaza, sino proponiendo las bases para un Estado laico que gobierne a todos por igual. Unas reglas de juego que impidan la discriminación por creencia o raza y hacer todo lo posible por una convivencia pacífica. Sería incluso la mejor semilla de cambio para una región donde las mujeres siguen siendo ciudadanas de segundo nivel.

Dicho esto, mi pecho se prepara para recibir otro gran golpe de inhumanidad por ambas partes.