Excesos de belleza (2)

La idea con la evocación de los excesos de belleza del texto anterior era explorar su relación con la poesía, tal como la entendía Tarkovski:

When I speak of poetry I am not thinking of it as a genre. Poetry is an awareness of the world, a particular way of relating to reality. So poetry becomes a philosophy to guide a man throughout his life.

Digresión: cito el texto en inglés porque creo que se acerca más a lo que quería decir Tarkovski que el texto de la traducción en español:

Al hablar de poesía no estoy pensando en ningún género determinado. La poesía es para mí un modo de ver el mundo, una forma especial de relación con la realidad.

Vistas las cosas así, la poesía se convierte en una filosofía que acompaña al hombre durante toda su vida.

Me parece que es mejor hablar de una conciencia del mundo que de un modo de verlo. Como también es más significativo hablar de una filosofía que guía, que orienta, que de una que acompaña, si bien hay una relación salerosa entre ambas. Al final cada viajero escoge su receta.

Me pregunté cómo habría sido traducido este fragmento en griego. Le pedí a F. una copia y la traducción de su libro:

poesia-griego

La traducción que me dio F. es muy similar a la versión en inglés. Demasiado similar. Le pregunté que si era del ruso. Me confirmó que era del mismo libro que tengo en inglés (traducido del ruso por Kitty Hunter-Blair). En cierta forma una lástima, pues sería muy interesante saber cómo lo expresaría un griego. Es la siguiente tarea: encontrar el original en ruso y ver cómo lo traduciría un griego. Haré lo mismo con la versión en neerlandés, que ya de entrada plantea otro desafío: el libro se titula De verzegelde tijd (El tiempo sellado), igual al título en alemán, Die Versiegelte Zeit. De El tiempo sellado Esculpir en el tiempo hay mucho trecho. Me intriga sobre todo porque aparte de la belleza de la expresión, esculpir en el tiempo significaba para Tarkovsky tallar cada fotograma hasta formar una película (que transcurre en el tiempo).

Si sale bien, podría decirse que se logra esa otra acepción que evoca el título: la inmortalidad reservada a quienes saben hacerlo en la historia de la humanidad. ¿Por qué habla el traductor neerlandés del arte de hacer cine como el tiempo sellado? ¿Interpreta cada fotograma como un sello, una estampa, una impronta, en el tiempo? Dejemos esta digresión aquí por hoy.

 

Excesos de belleza (1)

La primera vez que experimenté el síndrome de Stendhal en forma fue en Florencia. Ya había vivido varios episodios de exceso de belleza. Los primeros cinco que se me vienen a la cabeza (no más de cinco y citándolos muy rápidamente porque de lo contrario colapso y no hago nada) son:

  1. El aria de la Pasión según san Mateo, Erbarme Dich, mein Gott:

  1. La voz de Inessa Galante

La primera vez que la escuché en vivo fue en la sala menor del Concertgebouw. Presentaba el disco Confesso y varias veces al escucharla quedé derretido en mi silla, totalmente sin control sobre mis músculos. Mejor paro con la música porque no termino.

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Avishai Cohen en concierto

Avishai Cohen es hoy, a sus 45 años, una de las leyendas vivas del contrabajo. No solo por su forma de interpretarlo, sobre todo por sus composiciones. Tuve la oportunidad de escucharlo presentando su nuevo trabajo, From Darkness, más composiciones de sus anteriores álbumes y tres sorpresas de la música latina que ya parecen estándares en sus presentaciones: Alfonsina y el marAvísale a mi contrario y una locura de versión de Vámonos pa’l monte, ese megaclásico de Eddie Palmieri. Fue más breve que en este concierto y no interpretó su solo de piano; para los salseros y amantes del jazz latino, es todo un regalo: https://youtu.be/r3-oU9XW7BE?t=1h13m35s

Me enteré por un músico que Cohen tocó mucha salsa en Nueva York, y que de hecho fue con el pianista panameño Danilo Santos con quien grabó su primer album. «Es un loco por la salsa», me dijo el músico. Y nos enloqueció a todos con su versión de Vámonos pa’l monte.

Para la colección, dos de sus temas que más me gustan:

 

La luz peligrosa

I.

De visita en el taller de Johan Suttorp, pintor y escultor de Delft, vi uno de sus cuadros y le dije que me recordaba la luz peligrosa en Bogotá.

"¿Cuál es esa luz?", me preguntó. Empecé a contarle: según la leyenda, hubo un tiempo en que en los cerros orientales de Bogotá vivían venados. En ciertos crepúsculos, en los que el sol se veía enorme y producía una luz anaranjada tirando a cobriza, los venados se quedaban hipnotizados mirando el atardecer. Se le llamó desde entonces el sol de los venados. Muchos poetas le han dedicado versos y hasta libros a ese sol. "La luz de este cuadro tuyo me recuerda ese sol de los venados, solo que en Bogotá lo absorbe todo la luz, es imposible ver el cielo azul". "¿Por eso se llama peligrosa, porque lo absorbe todo?". "Jaja, no, yo la llamo peligrosa porque si le das la espalda al sol verás que todo lo que ilumina se ve increíblemente hermoso. Serías capaz de enamorarte de la primera mujer que pasara a tu lado iluminada por esa luz, creerías que nunca en tu vida volverás a ver a una mujer tan hermosa; por eso la llamo peligrosa". Johan se rio, tomó una postal con el cuadro y me la regaló: "Toma, por la historia de esa luz peligrosa". Es uno de mis regalos de viaje preferidos.

II.

Como los venados, es casi imposible escapar de ese sol. Cuando se logra darle la espalda, la luz peligrosa espera. Me he enamorado muchas veces con esa luz; me ha hecho sentir que he encontrado el lugar para vivir de por vida. He hecho planes para quedarme en Lisboa, Tarifa, Pietra Santa, el Bósforo y Koufonissi. De seguro sentiría lo mismo en Okinawa; la bandera de Japón es la del sol naciente. He llegado hasta a pensar que son sabios los venados por no girarse y evitar estos pensamientos. Mejor contemplarla y seguir el camino en la noche. Quizás por eso hay tantas canciones dedicadas al amanecer, para conjurar sus efectos.

Disfrutemos de una inspirada en ese sol naciente japonés: