Salsa y bembé

Esta es una entrada feliz, utópico lector, porque se encuentran tres series de la Bitácora Utópica: Typewriter, Échale salsita y Cómo se compone un son.

Empecé la serie Typewriter para contar los instantes filosóficos que a veces me atacan. Me doy cuenta de que la mayoría de los ataques suceden mientras me ducho, en contraste con los baños de burbujas en la tina, cuando aparecen imágenes y sensaciones mucho más agradables, quizás por el estado de relajación. De pronto debería cambiar el nombre de la serie a uno que describa mejor esos momentos de contacto con el agua sin llegar a caer en discursos de la modernidad líquida. Como descubrí que le sucedía a Jimmy Sabater, quien narra así este episodio para la serie Cómo se compone un son refiriéndose a cómo compuso Salchicha con huevos:

“Es que la compuse en el inodoro de donde vivo, aquí en mi casa”, dice el cantante y timbalero sin reparos. “Yo digo que el baño es mi oficina, porque es donde compongo… y donde me salen bien las cosas”, agrega, para soltar luego una risa inmensa. “Tengo incluso un teléfono allí; pero si estoy inspirado, escribiendo algo, no lo contesto. No necesito ningún instrumento, sino que le dicto las ideas a una grabadora y después las musicalizo con quien quiero que haga los arreglos. (Fuente)

Nabokov también escribió varias novelas sentado en la taza. Contaba en sus memorias que vivía con su esposa y su hijo en un apartamento tan pequeño cuando eran jóvenes que tuvo que improvisar un escritorio en el baño. Lo ocupaba en la noche, cerraba la puerta para no molestar con la luz del bombillo a la esposa, ponía una tabla sobre sus piernas que le servía como escritorio y se lanzaba a escribir.

No sé las circunstancias de Jimmy Sabater, de pronto había más baños en su casa para que él pudiera encerrarse en el suyo sin que nadie lo molestara. El caso de Nabokov es una prueba más de su extraordinaria disciplina y dedicación con su obra.

La festividad de Sabater al hablar sobre el tiempo en su oficina nos ayuda a comprender tanto la diferencia entre la obra de ambos como las coincidencias, entre ellas, sus regalos prodigiosos.

Aunque el ritmo ya existía, fue un tema de Sabater el que primero llevó el nombre del nuevo género: Salsa y bembé. Y aquí se da el encuentro con la serie Échale salsita, disfrutemos:

Kimbisia

Me encontré por casualidad con Corazón mestizo de Pedro Juan Gutiérrez, el escritor cubano que tiene bien ganado su título del Henry Miller caribeño, pues con él sucede lo mismo que con los trópicos de Miller y su carácter cíclico que hace pensar al lector que vive en un permanente deja-vu. La novedad fue la breve descripción de la Regla de Palo, uno de los ritos de la santería derivado (si entendí bien) de la Regla Conga que llegó con los esclavos de África. Lo explica así el pintor Mederos:

Las líneas básicas son el Palo Mayombe , que es el principal, y después el Palo Briymba y el Kimbisia, que fue creado por Andrés Petit, en Guanabacoa, y que murió en 1848. Por ahí tengo una biografía de él.

Gracias pues al señor Petit tuvieron el pianista venezolano Víctor Cegarra y el percusionista nuyoricano Bobby Matos la inspiración para este tremendo tema, Kimbisia. De pie, bailadores:

Y de ñapa, otro temazo de inspiración Yoruba:

Los coleccionistas encontrarán en el album Footprints una descripción de la composición de Kimbisia.

Si te contara… ¿contra el psicoanálisis?

Ayer mientras caminaba por el parque escuchaba en mi cabeza las diferentes versiones de Si te contara. Aparte de mis limitaciones artísticas, me pregunté por qué no podría componer la letra de este bolero. Recordémosla:

Si tu supieras
mi sufrimiento
si te contara
la inmensa amargura
que llevo tan dentro
la triste historia
que noche tras noche
de dolor y pena
llena mi alma, surge en mi memoria
como una condena.

Si lo supieras, ¿te importaría?
si te dijera que en mí ya no queda
ni luz ni alegría
que tu recuerdo es el daño más fuerte
que me hago yo mismo por vivir soñando con
que tu regreses…
arrepentida.

Reconocí que desde que me acepté como monógamo serial he ido aprendiendo a cerrar ciclos, relaciones, y no anhelo que regresen, arrepentidas o no. Diría que me he vuelto más de la línea de Oscar D’León, de las dos primeras canciones de su álbum Comuniquémonos: la que le da el título al album (con énfasis en el coro: vamos a comunicarnos y cuerpo a cuerpo vibrar) y el himno oficial de los monógamos seriales: Con un amor se borra otro amor.

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