Category / Crónicas de viaje
Nafpaktos (1). La batalla de Lepanto
El 7 de octubre de 1571 se enfrentaron las armadas del Imperio Otomano y la Santa Liga. La flota de los otomanos, comandada por Alí Bajá, consistía de 328 naves: 208 galeras otomanas, 56 galeotas y 64 fustas, sumando alrededor de 90 mil hombres. La Santa Liga, comandada por Juan de Austria (hermanastro de Felipe II), estaba conformada por 270 barcos: 206 galeras, 6 galeazas y 70 fragatas más algunos barcos auxiliares, para un total de 83.000 hombres (Fuente). Entre todos protagonizaron la famosa batalla naval de Lepanto (hoy Nafpaktos), la más espectacular de todo el siglo XVI y probablemente de la Historia. Recordemos que la batalla del Puente de Boyacá, que le dio la independencia a Colombia en 1819, fue librada por menos de cinco mil soldados.
Cuesta imaginarse este despliegue de hombres y poder en el tranquilo mar de la foto superior. Hay que acudir a las ilustraciones de la batalla en el golfo de Patras (la foto superior fue tomada desde el castillo y la fortaleza de Nafpaktos que aparece en esta ilustración arriba a la derecha):
La batalla empezó temprano en la mañana, pues alinear todos los barcos tomó cerca de dos horas, y hacia las cuatro de la tarde ya se había consumado la derrota de los otomanos, que perdieron cerca de 30 mil hombres, la tercera parte de su flota fue hundida, otra tercera fue confiscada y la parte restante alcanzó a regresar a Constantinopla. (Sigue leyendo »»)
Profiling
De visita por Bruselas me cuenta mi hermana que una de las estrategias de la policía belga para prevenir los ataques de terroristas es el profiling, la acción de filtrar a las personas por su aspecto físico. Para la inteligencia belga esto es posible porque, como en el juego de Plaza Sésamo, muchos de estos niños son como los otros:
No voy a negar que tengo fotos mías parecidas a estos jóvenes terroristas, así que ya sé que no debo sorprenderme si me requisan en la calle. De hecho fui a escribir a un café y al salir de la estación del metro me pidieron dos soldados fuertemente armados que por favor abriera mi maletín. Me hablaron en francés y les respondí en holandés. «Ah, ¿habla holandés?», y de inmediato se relajaron. Vaya profiling. Empezamos incluso a charlar de manera casual. Les pregunté que cómo podría salir de esa estación, pues las salidas que conocía estaban selladas. Me dieron unas indicaciones y creo que de haberles pedido un selfie con ellos habrían aceptado.
Pensé también que una forma novedosa de cometer suicidio sería lanzarles el maletín que llevaba, como en la broma viral del jeque falso en Australia. Pero lo que más me sorprendió fue descubrirme a mí mismo haciendo profiling de las personas con las que viajaba en el metro. Traté de perfilarlas un vagón hacia adelante y otro hacia atrás. Y la gran ventaja del verano es que no es necesario llevar chaquetas o abrigos, entonces la sospecha se reduce a los maletines ahora.
Al pasar por Maalbeek sentí el escalofrío que producen las huellas de la muerte, a la vez que me alegré porque hubieran rescatado los emblemáticos dibujos de Benoît van Innis. Antes me subía al metro y me gustaba imaginar historias con las personas que veía, a sabiendas de que la realidad es mucho más rica y diferente. Mi primera batalla para vencer el miedo a un nuevo ataque pasa por volver a ese juego, sin ocultarme que el riesgo aún está presente. Es decir, profiling -> lo mínimo.
A través de la frontera (2)
Termina el mes de la filosofía en Holanda. Son increíbles todos los recursos y escenarios que tienen los filósofos para ejercer su tarea. Revistas, cafés, tertulias, premios, eventos como el que ya llega a su fin por este año, un espectro que en suma le da mayor vitalidad a la sociedad holandesa.
Fui a la charla de Carolien van Bergen con el libro de A. para que lo firmara la autora. Cuando se lo entregué me preguntó que de dónde venía. Le respondí que de Colombia, y a pesar de su experiencia con viajes largos, le pareció que era una distancia considerable. “Todo empezó muy casual –le dije–: salí a darme una vuelta por el barrio hace más de 15 años y ya voy por acá”. Le alagó saber la influencia de su libro en A., y tuve que confesarle que desafortunadamente aún no lo había leído, pero sí el de Ruud Welten, Het ware leven is elders (La vida verdadera está en otra parte). Según la charla de Van Bergen, comparte ciertos temas con Welten, la pregunta por la naturaleza del viaje, la experiencia del turista, cómo asumieron sus viajes filósofos renombrados como Kant y Derrida, y las preguntas éticas sobre la actitud de los viajeros del Primer Mundo al Tercero. Muchos temas para intercambiar con ella.
Pensando en ti
F. me pregunta que en la escala de Me tienes loco cuál es el valor opuesto. Le respondo que el abanico es muy grande. Le hablé de casos extremos como La cuchilla de Las Hermanas Calle. Después de escucharlas por cierto mecanismo de protección todavía cree que este éxito es una broma enorme. Digresión: en una era en la que hacen tesis de doctorado sobre etiquetas de Twitter, ¿cuántas tesis de posdoctorado se ha perdido la sociología o los estudios de género porque las hermanitas Calle atacaran con una cuchilla de esas de afeitar y no con ácido?
Obviamente, a pesar de cierto tono inocente en la pregunta, sabía que F. quería saber en realidad cómo es mi estilo de separación, no vaya a ser que le saque una cuchilla de afeitar y le mate de paso a la mamá. Bien vista, es una pregunta fundamental a la hora de querer una relación en serio con otra persona. Hay libros dedicados a este tipo de preguntas. En el juego de predicciones de Google si uno busca “Questions that you should ask before…” la mayoría de sugerencias están relacionadas con el matrimonio.
La ventaja de enamorarse de un latino salsómano es que el espectro de canciones que acompañan ciertos momentos vitales es muy elocuente —solo que hay que conocer muy bien la salsa para interpretar bien la respuesta. Le respondí que en el caso de ella probablemente le dedicaría Pensando en ti, el clásico de Cheché Mendoza. (Sigue leyendo »»)