Noche de invierno en Nueva York. Después de visitar las esculturas de Giacometti en el MET quise atravesar el Parque Central y caminar por The Village, con cierta nostalgia por recorrer los pasos de Poe por el barrio. Mi amiga C me recomendó tomar el bus para cruzar el parque porque caminar en la noche por él podría ser complicado. Le dije que correría el riesgo, pero apenas viera algo sospechoso tomaría una desviación. Bajé por la Quinta avenida, crucé la transversal 79 y me adentré en el parque.
A la entrada me recibió un cuervo, que me dio una mezcla de entusiasmo y escalofrío a la vez. Después cuando le conté mi historia a C me dijo que era imposible que hubiese sido un cuervo, pues habían abandonado Nueva York desde hacía casi un siglo: «De hecho se cree que Poe jamás vio un cuervo en toda su vida». Remató con un estabas alucinando cuando le dije que apenas pasé debajo de él me lanzó una nuez que tampoco supe interpretar si era una señal de advertencia o una invitación para jugar. (Sigue leyendo »»)