El Barça como cifra, Messi como clave

Alguna vez, ya harto del tema de la independencia antioqueña, le pregunté a mi abuela materna, paisa hasta la médula, que por qué Antioquia no se separaba de una buena vez y dejaba de molestarnos con ese tema, que si se sentían tan superiores que arrancaran solos su camino y dejaran de aburrir con el tema. Dos veces me habló ella con solemnidad extrema, esta fue una de esas: «Mijito, uno nunca habla mal de sus raíces». He tratado de seguir esa máxima, pero aún me sigue ganando el espíritu crítico. Me gusta mucho ver que siguen siendo parte de Colombia, que le han bajado el tono al nacionalismo, y que en general se reconocen parte de un todo más grande.

También me gusta mucho ver y saber cómo habitantes de todas las regiones del país van haciendo de Bogotá la capital de todos y todas, relegando a los rolos a la minoría que somos en realidad. No hay nada mejor que le haya sucedido a Bogotá: llena de rolos es una ciudad insufrible.

Da grima ver que España no ha sido capaz de consolidar esa imagen de nación para todas sus autonomías. El separatismo catalán, inspirado sobre todo por la creencia de que España nos roba y solos nos iría mejor, refleja ese problema de quienes no han podido integrarse en algo más amplio, que no saben valorar la riqueza cultural española y sentirse parte de ella. (Sigue leyendo »»)

Paradoja excluyente (o la vocal perdida)

Este titular me llamó mucho la atención: “Bogotá mejor para todos y todas”: un juez obliga a cambiar el lema de la ciudad para usar lenguaje incluyente. Me pregunté por qué se llama incluyente cuando en realidad divide a la sociedad en dos, deja por fuera a toda la comunidad LGTBI y abre el debate sobre si debe decirse primero todas o todos. Es una paradoja burlona: en español, la forma incluyente es el plural masculino, que incluye a todas las personas de la sociedad, sin necesidad de entrar a diferenciarlas entre sí, mientras que el llamado incluyente fuerza su descomposición granular para abarcarnos a todos.

En América Latina hemos convivido con una fórmula alternativa que es el uso de ustedes para referirse a los otros: «¿Ustedes van a ir a cine?». No hay que acudir a la fórmula que según el juez sería obligatoria en España (salvo Andalucía y Canarias): «¿Iréis vosotros y vosotras a cine?». Queda a la imaginación de una persona LGTBI decidir si se incluye en el vosotros o vosotras, pero siendo consecuentes, habría que pensar en una fórmula alternativa para no excluirles de entrada.

La e final de ustedes resuelve esa paradoja. Hay quienes utilizan la arroba o una equis para suplirla, pero creo que tod@s somos conscientes de que es un enredo total que en el fondo muy probablemente terminará excluyendo a alguien. ¿Estamos listos para hablar de todes, por ejemplo, para tratar de integrarnos de nuevo en un conjunto? (Sigue leyendo »»)

De espaldas al país

Llegué al departamento de Ciencia Política de Los Andes cargado de preguntas. Después de cinco años resolví muy pocas pero salí aún con muchas más. Las desconcertantes declaraciones de la congresista María Fernanda Cabal, también politóloga uniandina, sobre la calidad mítica de la masacre de las bananeras en 1928 ha reavivado muchas de esas inquietudes que tuve cuando fui estudiante.

A mitad de carrera, un grafiti que apareció en Las Aguas y que decía La Universidad de Los Andes: de frente a Monserrate, de espaldas al país causó cierto malestar entre profesores del Departamento de Ciencia Política: «¿Realmente estamos de espaldas al país? ¿Es una expresión justa?». Cuando yo me gradué diría que la respuesta era sí. No he seguido mucho al Departamento desde entonces, no sé si la respuesta siga siendo la misma. Es de apreciar, eso sí, que se pronuncie públicamente ante las declaraciones de nada más ni nada menos que una congresista de la República exalumna de la Universidad.

No culpo del todo a la congresista Cabal: que yo recuerde nunca estudiamos ese otro episodio de la historia negra del país, como cantó Joe Arroyo. Ahora que el Departamento se suma al comunicado contra Cabal me pregunto si en algún curso ahora se estudiará este problema, no solo el de la masacre de manera puntual, sino como expresión de las relaciones del capital con la clase trabajadora, del Estado con los campesinos, de la élite clasista y excluyente, y tantos otros contextos y procesos que ilumina tan dolorosa masacre. (Sigue leyendo »»)

¡Grito de Independencia! (¿o no?)

«No, disculpa, mi lengua materna es el catalán», respondió ella cuando una amiga holandesa le dijo en el gimnasio que los dos compartíamos la misma lengua materna. Lo afirmaba además con un inglés con más sabor a spanglish que a catalanglish. «Mentira, el catalán si acaso será la lengua materna de hijos de radicales nacidos en la última década, los que nacimos bajo el franquismo tenemos el castellano como lengua materna», me comentó una amiga catalana cuando compartí el comentario de su compatriota. «Además es una lengua horrible, retrasada y sin desarrollo», remató.

Lo que más me llamó la atención fue la actitud con la que la primera catalana hacía la aclaración. Me recordó a varios bogotanos que he escuchado decir en Europa soy de Bogotá, como si vinieran de la capital de un imperio avanzado o una ciudad muy chic. De viaje por otras regiones de Colombia he sentido que varias personas sí le dan un halo especial a Bogotá, como esa ciudad especial de la que todos hablan y que aún no han conocido. Sigo pensando que lo mejor que le pudo suceder a Bogotá es que esté siendo poblada por personas de todas las regiones, venezolanos incluidos, para que reduzcan a una minoría a los bogotanos puros y terminen disolviéndose en la capital de todos. Los catalanes independentistas están reclamando ese aire para ellos: somos especiales, únicos, más ricos y mejores. (Sigue leyendo »»)

Pelea criminal

Empiezo repitiendo una cita célebre de Tyson:

The science of boxing is magnificent. The art is great. But when that art is projected onto another human being, the first punch that lands makes it ugly—really ugly.

En el documental con su nombre, de James Toback, Tyson elabora más esta cita, como un artista detallando los valores de su arte, en su caso, la velocidad, la potencia y la precisión. Un combate de boxeo se asemeja mucho a una partida de ajedrez y de ahí que tengan sentido los torneos de Chessboxing creados por el neerlandés Iepe Rubingh en 2003. Pero nada que ver con la pelea Mayweather vs McGregor del fin de semana pasado.

Mayweather azota a McGregor

La defensa que empleó McGregor era una invitación al knock-out técnico. Mayweather pudo lanzarlo a la lona desde el primer minuto, pero obviamente esto iría en contra del espectáculo. Fueron tantas las ocasiones que tuvo Mayweather de noquearlo que la única explicación de por qué no lo hizo fue que no quiso desvirtuar su victoria con un knock-out a lo Tyson.

El gran damnificado fue McGregor. En términos de ajedrez, fue una partida entre Magnus Carlsen y un campeón de Go. No le dio mate pastor pero se dedicó a tomar una a una sus fichas sin recelo alguno. Ya desde el sexto asalto el pobre rey de McGregor estaba groggy. Evidentemente el irlandés aguantó la tortura por su excelente condición física, pero habrá que ver a largo plazo las consecuencias de todos los golpes que recibió; probablemente no sea capaz de volver a pelear en dos años como mínimo. Como el bocazas que es, afirmó que en el round 10 tambaleó por fatiga; de fatiga por pelear como un aficionado, descargando toda su potencia sin dejar reserva alguna, para quedar totalmente atontado por los derechazos que estaba recibiendo. El juez se demoró nueve rounds en parar la pelea.

Cierro con otra cita de Tyson: «Al día siguiente de la pelea, Mayweather será arrestado por tentativa de homicidio en primer grado». Debería ser así, junto con todos esos tiburones inmorales que organizaron el combate. Fue criminal la zurra que le propinó, nada que ver con el boxeo.