Igual que a los bancos se les hacen pruebas de resistencia, la covid-19 ha puesto a prueba a las sociedades y Estados en todo el mundo, pero no con pruebas simuladas sino en tiempo real. En el caso colombiano, la plutocracia vestida de democracia ha quedado al desnudo. Uno de los pilares del Estado moderno es tener control sobre todo su territorio: en Colombia esto jamás ha sucedido, pero más grave aún, no tiene ni idea de quiénes o cuántos son los ciudadanos que la habitan. Estos principios de la ciencia política sobre qué es el Estado deberían incluir uno nuevo, amparado por los avances tecnológicos: tener censada a toda su población. Es decir, un Estado debería saber quiénes son sus ciudadanos, dónde están, dónde viven.
La tecnología está disponible y cada año abarata sus costos. ¿Pero podría hacerlo el Estado colombiano? La covid ha demostrado que no es por una cuestión de falta de recursos sino porque no le interesa. Los ministros de Hacienda y Economía sencillamente han asumido que no hay cama para tanta gente y hay que aprender a vivir con más de medio país excluido del aparato estatal. Ese medio país es una cifra aleatoria que baso en el tamaño que se estima que tiene la economía informal. En este contexto, el tamaño importa y el Estado colombiano no sale bien parado… (Sigue leyendo »»)