Ayer charlé con amigos y recibí emilios comentando las primeras impresiones sobre el Acuerdo. A pesar de que todos están a favor de la paz sí resaltaron varios puntos que ilustran las debilidades del Acuerdo. Resumo el reality check en los siguientes puntos:
1. Falta de debate en la sociedad
Uno de los aciertos de la Zona de Distensión del Caguán fue la participación de prácticamente todos los sectores de la sociedad en la mesa de negociación. La gente viajaba días enteros en bus con tal de hacer escuchar su opinión y debatirla. A La Habana son pocos los que pueden llegar. Son tantos los puntos debatibles en el Acuerdo que es un error reducir su aprobación a un plebiscito. Ahora que el Acuerdo está redactado debería circular en el país y abrir el espacio para discutirlo y ver cómo se puede mejorar o cambiar. Sin esta ronda de discusión el plebiscito parece la antesala a una guillotina.
2. La viabilidad económica del Acuerdo
Falta el capítulo 7: presupuesto. ¿Cuánto dinero se necesita para el posconflicto? ¿Cuáles son los planes de financiación? ¿Cuáles son los tiempos? Dos amigos economistas resaltaron que el Acuerdo debería pasar primero por Planeación Nacional para ver su factibilidad antes de ser aprobado o se corre el riesgo de firmar una hipoteca que no se puede pagar a largo plazo.
3. Falta el censo de las Farc
¿De cuántos guerrilleros estamos efectivamente hablando? Cuando se habla de presupuestos por persona es necesario saber exactamente cuántas personas son para calcular dicho presupuesto. Los militantes de las Farc han oscilado entre los dos mil y veinte mil miembros. ¿De cuántos estamos hablando ahora? Recordemos que el Comisionado de la Paz de Uribe, el doctor Ternura Restrepo, está fugado de la justicia por las falsas desmovilizaciones paramilitares. En Colombia estamos y no se puede descartar que se multiplique el número de miembros de los frentes, cosa que sería muy conveniente para las Farc pero fatal para las finanzas nacionales.
4. Exceso de concesiones para dos mil guerrilleros
La impresión que se tiene es que las Farc no es una fuerza guerrillera numerosa en este momento: ¿por qué el Gobierno es tan generoso con una población tan poco representativa en la actualidad? ¿cómo puede hablarse de posibles gastos de 2 billones de pesos para desmovilizar a un grupo tan pequeño, es decir, de a mil millones de pesos por guerrillero?
Un amigo dice que Santos está aplicando pura teoría de juegos en esta negociación: dada la tradicional alta abstención en el país es poco probable que las Farc puedan obtener los votos para ganar curules en el Congreso. Está condenada entonces a desaparecer como fuerza política. El caso más concreto es el del M-19, que de obtener la tercera votación para la Constituyente desapareció como movimiento político en menos de un año. Los exguerrilleros como Pabón y Navarro prácticamente se presentaron a título personal. «¿En qué queda este cálculo si se alía con el Polo Democrático y demás fuerzas para constituir una alternativa viable de Izquierda?», le pregunté a mi amigo. «Eso no pelecha a largo plazo», me respondió él. «La desastrosa experiencia del Polo en Bogotá es suficiente demostración: si esta era la gente preparada de la Izquierda, ¿a quién va a proponer las Farc, ¿a Santrich, Márquez o Timochenko? No tienen visión de Estado más allá de las cartillas de Nacho marxistas que les escribieron».
En su conjunto me parecen críticas válidas y sería positivo que la mesa de negociación se anticipara a responderlas porque de lo contrario, para los enemigos del acuerdo, será muy fácil controvertirlo. Y en el fondo sí deja un mal sabor que se convoque a la sociedad, más por obligación que por convicción, a aprobarlo o rechazarlo en lugar de discutirlo y estar abiertos a la retroalimentación. Por ahí se ven las grietas del fracaso.