Read My Pins. Stories from a Diplomat’s Jewel Box es el libro de memorias de la exsecretaria de Estado Madeleine Albright. De manera original, se vale de la exposición de los broches que utilizó en su cargo como herramientas para expresar visualmente su posición frente a un tema de actualidad. Todo empezó de manera casual con un poema que le dedicó el régimen de Hussein por un broche con una serpiente que ella vestía en una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU (ver imagen). Le gustó tanto la reacción que pensó que podría utilizar sus broches como una herramienta más de su arsenal de armas diplomáticas. Esto hace el libro de agradable lectura sin evadir temas álgidos de su cartera: humor diplomático de alto nivel.
Recordé este libro por el escándalo generado en Colombia por el video del exviceministro Ferro y el capitán Palacios publicado de manera precipitada por la periodista Vicky Dávila. Digo precipitada porque hizo falta preparar toda la historia que explicaría por qué ese video es prueba de la existencia de la Comunidad del Anillo. Sin estos preliminares, el video queda reducido a una charla de sexo casual entre dos personas adultas. El video sin embargo deja muchos indicios de que hay algo raro en el encuentro: ¿por qué un capitán de la Policía tiene una charla tan abiertamente sexual con un senador de la República, casado y con hijos, en su primer encuentro? ¿Por qué el senador conduce el vehículo oficial, sin conductor y sin escolta (salvo Palacios)? ¿Por qué Palacios iba dispuesto a grabar el encuentro? ¿estaba recabando pruebas o preparando una trampa para Ferro? Es evidente que si Palacios no conociera el deseo homosexual de Ferro no habría tenido lugar esa charla.
Cuando hablo con amigos homosexuales siempre me sorprende su sentido del humor, llegan a unas imágenes que no se nos ocurren a los heterosexuales. Recuerdo por ejemplo hace décadas cuando G., peluquero, me hablaba de la barba estilo candado o del copete Alf, dándole nombre así a estas tendencias de la moda. Creo que solo un homosexual sería capaz de adornar a agentes de la Policía con banderitas para que los congresistas clientes de la red escogieran al agente con el cual darían un paseo caliente en carro con escolta única: “están divinos”. Es una escena de antología. De hecho Palacios recuerda la risa socarrona de algunos congresistas al ver a los agentes así decorados y exhibidos: no era Read My Pin sino Read My Flag el mensaje implícito.
Varias casas de citas de alto nivel de Bogotá tienen catálogos de las mujeres que trabajan en ellas, probablemente ahora en la era de Internet serán catálogos digitales en un área privada. Al parecer, la cadete Lina Zapata le dijo a Palacios que él era víctima de la Comunidad del Anillo porque lo había visto en un catálogo. Ahora no se sabe si la cadete Zapata se suicidó o la suicidaron por saber demasiado, el caso es que el responsable de la red alcanzó cotas de descaro increíbles. No solo crea una red de prostitución al interior de la Policía Nacional, sino que además ofrece a los agentes en un catálogo y, por si fuera poco, los exhibe con banderas en el patio del Congreso de la República. Si fuéramos coherentes, hace rato que el nombre oficial del país debería de ser Locombia.