Un regalo de infancia amargo y dulce

Mientras desempolvo esta humilde Bitácora Utópica del descuido y el olvido pienso con cierta indignación cómo tanta gente sigue teniéndole aversión a la palabra utopía; la siguen percibiendo como una fantasía rosa producida por Disney. Me indigna más ahora que estamos viendo cómo la utopía de Netanyahu y sus radicales ultraortodoxos de extrema derecha se está haciendo realidad: una Israel sin palestinos, qué cuentos de dos Estados. Por no hablar de ese batiburrillo de Trump que no clasifica ni a fantasía infantil. Pero para aquellos que siguen viendo la utopía como una fantasía rosa inalcanzable ahí tienen un genocidio para pulverizar esa idea. El lado oscuro, tenebroso, de las utopías. Por eso es tan importante saber escogerlas.

Pero bueno, ya lo escribió Kafka en su diario: «Alemania ha declarado la guerra a Rusia. Por la tarde, clase de natación». Mi clase de natación fue un tiktok que me trajo este nuevo recuerdo de infancia:

Creo que aún no había cumplido los 10 años cuando escuché esta canción. Mi comprensión de su letra fue la misma de los gatos o los perros cuando les hablamos: no entendía la letra, solo sentía que el estribillo era muy emocionante. Es curioso pero me sigue sucediendo algo similar cuando escucho hablar gomelo: no entiendo mucho la letra o el mensaje, me enfoco en el tono y esa irritación que causa en mis oídos. Recuerdo de nuevo a ese gomelo en la plaza Keym en Bruselas diciendo orondo Soy de Bogotá, con ese tono afectado con aire de realeza. Pero digresiono. Hoy, gracias a esa interpretación de Kelly Gómez del clásico de Doris Salas entendí finalmente el corazón de esa emoción y sentimiento:

Estás en el recuerdo y entre las cosas más hermosas que yo viví, amargo y dulce como el lamento de esta cumbia que te escribí.

Poesía pura. Qué fortuna conocer esa emoción, cantarle a una persona a la que se quería que está en el recuerdo y entre las cosas más hermosas que uno vivió. Empiezan a fluir en cascada esos momentos de belleza y experiencia vitales, los que configuran la unicidad de nuestra vida. Más de cuarenta años después de haberla escuchado por primera vez recuerdo con cierta nostalgia a ese niño que no tenía ni idea de las sorpresas que le tenía guardada la vida, incluyendo ese regalo que disfruto hoy, el recuerdo de las cosas más hermosas que he vivido (y las que están por llegar).

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