Una trampa del inconsciente que me disgustaba y me hacía reír a la vez sucedía antes de operarme la miopía: apenas me quitaba los lentes de contacto caía en cuenta de que no sabía en dónde había dejado las gafas. A veces tardaba hasta media hora para encontrarlas, después de revisar toda la superficie de la casa con mis 7 dioptrías y con el inconsciente diciéndome: «Si te vuelves a poner los lentes las encontrarás más rápido».
Otra fue en un sueño largo en la que entraba en un bar subterráneo donde presentaban una película de Almodóvar. Me pareció buenísima hasta que caí en cuenta de que estaba en un sueño, que la película no era de Almodóvar sino de… mi inconsciente. Ahí me desperté pero no he podido recordar nada –salvo que me gustó mucho.
La otra noche me sucedió algo parecido. Soñaba con una historieta publicada en Het Parool en la que un hombre en la playa tomaba un libro de Kafka para leerlo durante sus vacaciones. En la segunda viñeta ya el hombre había perdido varios kilos y tenía cara de preocupado. En la tercera el libro estaba a medio camino y el hombre era un esqueleto. Me pareció una historia perfecta de un incauto que escoge un libro potente para relajarse inocentemente en la playa. En ese momento decidí despertarme y grabar en el teléfono la descripción del sueño para no olvidarlo esta vez. Lo hice y seguí durmiendo.
Cuando me levanté escuché la grabación, estaba completa. Pensé en un caricaturista que tenía el trazo perfecto para hacer la historieta realidad. Le escribí, me respondió que le enviara la historia y que haría un boceto. En menos de 10 minutos me envió una historieta terminada con esta nota: «Qué curioso, hice esta historieta con la misma idea que me envías hace tres meses».
Era la misma historieta que había visto en el sueño. Traté de hacer memoria y mi inconsciente armó una pequeña película en la que veía el momento exacto en el que había visto la historieta. La había archivado y utilizado en un sueño: la trampa fue hacerme creer que era una historieta original. «Pero la película de Almodóvar sí lo es, lástima que no la recuerdes», terminó diciéndome como para no quedar tan descubierto.