Utopian Sniper (8). La receta es una sola: el héroe griego firma el catálogo de las crueldades

Se sabía que el héroe griego iba a ser humillado. Lo que no esperábamos era el ataque en gavilla que le tenían preparado. Según revela Timothy Geithner, exsecretario del Tesoro de los EUA en su libro Stress Test: Reflections on Financial Crises, desde 2011 ya tenía Schäuble un plan para sacar a Grecia de la Eurozona:

He [Schäuble] told me there were many in Europe who still thought kicking the Greeks out of the eurozone was a plausible—even desirable—strategy. The idea was that with Greece out, Germany would be more likely to provide the financial support the eurozone needed, because the German people would no longer perceive aid to Europe as a bailout for the Greeks. At the same time, a Grexit would be traumatic enough that it would help scare the rest of Europe into giving up more sovereignty to a stronger banking and fiscal union. The argument was that letting Greece burn would make it easier to build a stronger Europe with a more credible firewall.

El argumento le pareció aterrador a Geithner, en especial por el costo político que tendría para la confianza en la Unión Europea, dentro y fuera. Y, como se sabe, la confianza es fundamental en la economía de mercado. La confianza fue la carta que se jugó Dijsselbloem para empezar a azotar a Tsipras: “¿Se puede confiar en los griegos aun?”, fue la pregunta con la cual se posicionó el presidente del Eurogrupo.

Luego vino el encuentro con los halcones:

Wolfgan Schäuble y su equipo de halcones

Wolfgan Schäuble y su equipo de halcones (Reuters)

Que en asocio con Holanda, Finlandia y los países bálticos se encargaron de humillar hasta niveles insospechados a Grecia. La idea era maltratar con propuestas absurdas a Tsipras hasta que llegara al punto de decir: “¡No más! ¡Nos salimos de la Unión Europea!”. Schäuble es abogado de formación. Sabe muy bien que no existe ningún mecanismo legal para expulsar a un país de la UE, solo si este mismo lo solicita, como podría suceder con el referendo británico. Entonces, ahora que Grecia estaba de rodillas era el momento de torturarla con compromisos que la llevaran a clamar Grexit.

¿Por qué aguantó Tsipras esta humillación? ¿Por qué el hombre que se sintió respaldado por el 62% de los votos en el referendo por el Oxi aceptaba norma tras norma un acuerdo peor que la oferta rechazada apenas una semana atrás?

Probablemente por la filtración involuntaria de uno de sus ministros: “Grecia no puede manejar en este momento una salida del euro y la UE”. Más aún, después de la victoria del Oxi, Varoufakis le dijo a Tsipras que no podía garantizar el éxito del Plan B (emitir IOU como medio de pago, tomarse el banco Central de Grecia, destinar los 27 millardos de euros que tiene guardados para mantener a flote la economía griega y entrar en un caso legal por el comportamiento del ECB). A Tsipras le pareció, comprensiblemente, un riesgo ya muy grande y decidió capitular, “firmar el acuerdo que fuera pero mantener a Grecia en el euro”, según lo respaldaron los miembros de los partidos derrotados.

Schäuble sabía que era el momento de atacar sin misericordia: ¿quieren quedarse? Ya veremos. Para facilitar que Tsipras exhalara con el último suspiro Grexit, Schäuble quiso incluir la cláusula de la salida temporal por 5 años. Como si Grecia quisiera regresar al euro luego de superar su crisis o se le negara la entrada de nuevo porque no ha sido capaz de mejorar.

Schäuble se comportó como un cobrador moroso sin escrúpulos, muy acorde con su visión de cómo debe ser la Unión Europea. Der Spiegel llamó el acuerdo final un catálogo de crueldades.

Sin embargo, el plan de Schäuble falló en última instancia por la oposición de Francia e Italia, los otros dos países con poder de veto en la UE, y por el pragmatismo de Merkel de apoyar la consolidación de la Unión. También en parte por solidaridad con Grecia, en parte por mantener la idea de la Unión Europea vigente y en parte porque ellos también están llamados a pasar por la cámara de torturas de Schäuble.

El catálogo de crueldades es prácticamente imposible de cumplir. Nadie niega la necesidad que tiene Grecia de reformarse y reconvertirse en una economía pujante, pero con las medidas de austeridad a las que se va a entregar con tal de recibir una nueva línea de crédito no podrá hacerlo. El FMI insiste en calificar a la deuda de Grecia como insostenible. Si Europa va a tomar la línea Schäuble, hacer una unión monetaria dirigida por Alemania, o una Unión Europea según los ideales con los cuales fue concebida, the big picture, no hay más remedio que remplazar esa visión por una realista y solidaria con los griegos.

¿Capitulará Tsipras y se llevará la mochila con el dinero? Schäuble no le dará esa oportunidad: como garantía exige 50 millardos de euros en bienes del país griego. La entrega de la soberanía nacional, en otras palabras.

Naturalmente, no falta el francotirador neoliberal que dice que todo esto es culpa de los griegos por haber elegido un gobierno populista de Izquierda. Poco antes de viajar a Estados Unidos a posar para una nueva portada de la revista ¡Hola!, Vargas Llosa dejó esta perla analítica:

La magia y el hipnotismo colectivos pueden encaramar al poder a cualquier demagogo sin escrúpulos, sin duda, tanto en una dictadura como en una democracia. Pero los problemas económicos no admiten recetas mágicas ni son sensibles a los hipnotizadores. La receta es una sola y es la que han seguido los países a los que la crisis puso al borde de la catástrofe como Portugal, España e Irlanda, que están ahora superando aquella prueba y volviendo a crecer, a atraer inversiones, a recuperar la confianza y el crédito internacionales. Y es la que, más tarde o temprano, tendrá que resignarse a seguir el pueblo griego una vez que descubra que detrás de los magos y pitonisas a los que se ha rendido sólo había hambre de poder, mentiras y vacío.

Con su sabido gusto por la tauromaquia no será difícil imaginar cuánto habrá disfrutado la faena por la que pasó Tsipras. Ignora o desconoce el camino por el que Tsipras llegó al poder. En lo que sí atina es en su frase lapidaria: la receta es una sola. Es de lo que está convencido Schäuble que insiste en negar todos los análisis económicos que se le presentan sobre la crisis griega y las consecuencias de las políticas de austeridad para la Unión Europea. Pero mientras Alemania permanezca pujante y produzca riqueza, a Vargas Llosa le parece que ese es el modelo a seguir. Por algo no le piden a los francotiradores que piensen sino que obedezcan órdenes.

La verdad es que Siriza no ha tenido la oportunidad de gobernar. Nadie discute la validez de sus planteamientos económicos, ni siquiera el mismo Schäuble. En la primera entrevista que Varoufakis dio luego de renunciar a su cargo como ministro de Finanzas relató cómo la suerte de Grecia ya estaba echada antes de sentarse a la mesa de negociación. El mismo Schäuble le dijo el plan que le había contado a Timothy Geithner. El error de cálculo de Tsipras y Varoufakis fue no haber denunciado públicamente a Schäuble antes para que mostrara sus cartas. Tsipras dijo que apenas se enteró del plan de Schäuble llamó a Merkel y esta lo negó. Esa es la grieta en el gobierno alemán.

Alemania ha dejado muy mal parada la democracia en Europa. El Oxi griego fue el último esfuerzo por decirle a Europa que la política de austeridad no funciona, que los está desangrando y que quieren permanecer en el euro pero con otra medicina. Pero la receta es una sola y el Kaiser Schäuble ya había sentenciado con su pulgar apuntando hacia abajo la suerte de Grecia. No lo logró esta vez, pero es cuestión de tiempo.

¿O sorprenderá el héroe griego de nuevo al mundo mañana?