Hay lecciones de disciplina que cultivan las semillas del resentimiento, la revolución o la ruptura. Si Alexis Tsipras se sintió muy respaldado por el No en el referendo griego, el Dr. Schäuble y los demás halcones del Eurogrupo se propusieron a demostrarle lo que vale un referendo para ellos: dos semanas más tarde han forzado a la mayoría del parlamento griego a votar Sí.
El espectáculo de ver ayer cómo casi todos los parlamentarios decían que votaban sí porque no tenían más remedio, porque la otra opción sería la debacle de su país, porque necesitan esa gota de 7 millardos de euros para que su sistema financiero no colapse, entrará en la historia de Europa como uno de los capítulos más vergonzosos y determinantes.
Los griegos han sido forzados a entregar la soberanía fiscal y sus propiedades. Lo único que hizo falta ayer fue pedirle a Grecia que cambiara su nombre.
A veces me pregunto por qué las novelas de sadomasoquismo y dominación tienen tanta acogida en los países del norte de Europa. Ayer creo que se vio una respuesta muy obvia: sencillamente les encantan, se conectan muy bien con su alma. La forma en que disciplinaron a Tsipras durante el fin de semana y ayer al parlamento griego fue todo un ejercicio exitoso de dominación. El gran problema de este despliegue de poder es que Europa amaneció asustada con Alemania, incluso los propios alemanes y miembros del partido de Merkel. “Schäuble ha roto mucha porcelana el fin de semana”, expresó uno de ellos, simbolizando el fracaso para la diplomacia de la canciller alemana.
La crisis griega se ha convertido en europea: o se toma el camino de reducir la Unión a un selecto grupo de países como quiere Schäuble o se profundiza en la unión política, económica y fiscal, tal como estaba contemplado en el tratado de Maastricht.
El padre de Schäuble era consultor fiscal. Su hijo seguramente aprendió muchas enseñanzas de él porque esta crisis la está manejando más como un cobrador de impagos que como político europeísta. Tiene tanta obstinación como poder: es el palo entre las ruedas que impide implementar las medidas económicas que sacarían a Grecia (y en última estancia a la UE) de la crisis. No quiere saber nada de una restructuración de deuda que implique pérdida de dinero para los contribuyentes alemanes. Pero aún los banqueros más inescrupulosos saben que cuando se hacen malos préstamos, tanto el acreedor como el deudor comparten la misma responsabilidad. Es hora de que los bancos paguen su parte.
El héroe griego apenas alcanza a abrir los ojos luego de protagonizar la orgía sadomasoquista de los halcones neoliberales. Con la humillación de anoche no son pocos los ciudadanos europeos que se preguntan si esta es la Europa en la que quieren vivir. Varios estadounidenses apoyan la salida de su país de la Otan pues por qué van a defender a un país como Alemania que ha sometido a la esclavitud económica a otro país miembro.
Los franceses le dieorn a Tsipras una gota de esperanza: le dijeron que la política de austeridad tiene los meses contados, que su papel ahora es resistir en la Unión hasta que el panorama se aclare. Ya vendrá la restructuración de la deuda.
Se le abren entonces dos caminos al héroe griego: seguir el juego del rescate (a sabiendas de que ningún economista dice que es viable), salvar su sistema bancario y apostarle a la baza del fin de la austeridad promovida por Francia e Italia contra los países ricos del norte europeo, o prepararse para entregar su capitulación final a Schäuble y exclamar con el último suspiro Grexit.
Mientras tanto en Berlín Angela Merkel sabe que tiene al enemigo en casa respirándole en el cuello. La caballería de los Estados Unidos anunció su llegada ayer con fuerza con la declaración de la insostenibilidad de la deuda griega del FMI y con la visita del Secretario del Tesoro estadounidense, Jacob Lew, a los pesos pesados de las finanzas de la UE para hablar sobre el destino de Grecia.
El héroe griego tiene ahora la tarea de modernizar su país lo más pronto posible, desarrollar un poco de músculo financiero que le permita la posibilidad de caminar por sí mismo y confiar en que sus socios actuarán para disminuir el poderío alemán antes de que sea tarde otra vez. O prepararse para una nueva odisea donde no sabrá quiénes son sus verdaderos amigos o socios. ¿Lo logrará?