Y el Barça hizo la tierra temblar

1.

48 horas después sigo sin voz. Jamás había gritado un gol con tanta emoción e intensidad, por un instante creí que me iba a desmayar por falta de oxígeno, no podía parar de gritar el gol. Después del 4-0 tan doloroso en París, consecuencia de la falta de coordenadas de Luis Enrique y su radar averiado, no me sentía muy optimista con la remontada. La cifra de Luis Enrique era correcta: se necesitaban 6 goles para compensar el gol como visitante que probablemente anotaría el PSG: ¿6-1? Algunos hablaban de utopía por aquello de hacer posible lo imposible, pero más parecía una quimera.

2.

Utopía es encontrar el técnico que sea capaz de conducir un Ferrari y llevarlo por destinos maravillosos e insospechados, tal como hizo Guardiola con su Barça. Emery clasifica de sobra en esa categoría. Es de esos técnicos, como Sampaoli o Paco Jemez, que nos hacen preguntarnos qué tal serían al frente de un equipo grande. Probablemente Emery no desmeritará su puesto y ganará la liga francesa. Ayer estuvo a punto de alcanzar una nueva cota personal y para su equipo: llevar al PSG por primera vez a octavos de la Champions nada más ni nada menos que derrotando 4-0 al Barça en París.

No tenía para nada fácil el planteamiento del partido: el Barça anunciaba los vientos de guerra con sendas goleadas. A pesar de que sabe cómo jugarle al Barça, las bajas que tenía lo motivaron quizás a optar por la vía conservadora: defender con todo el equipo y confiar en algún contragolpe por algún descuido. Ahí estaba el matador Cavani listo para castigar.

Pero las goleadas del Barça son despistadoras: ocultan los grandes problemas en defensa que tiene el equipo. El planteamiento de Luis Enrique ayer fue muy inteligente: el 3-4-3 para mantener la presión alta y evitar que lleguen a su área. Disposición que terminó en 0-0-1-10 en los minutos finales con Umtiti protegiendo el arco desde el medio campo y con Ter Stegen en el área del PSG buscando el gol. Sergi Roberto hace más de medio, en su posición natural, que de lateral derecho. Razón tuvo Dani Alves en ofrecerse de nuevo al Barça, reconociendo de paso que no debió de haberse ido. En la segunda parte Emery buscó la mejor defensa que tenía en sus manos: el ataque. Entró Di Maria, otro que conoce muy bien al Barça, y generó dos claras oportunidades de haber sentenciado la eliminatoria para su equipo: Cavani falló en el mano a mano con Ter Stegen y Di Maria fue derribado por Mascherano cuando tenía todo para rematar el partido.

3.

La UEFA le daba 0% de probabilidades de victoria al Barça. Los aficionados del equipo guardábamos una remota esperanza –al menos de perder entregándolo todo.

Y eso fue lo que sucedió: el equipo lo dio todo y más. En el terreno no estaban los tetraganadores de las últimas 10 ediciones de la Champions, estaba un equipo dispuesto a darlo todo y jugar como nunca. No había estrellas, solo obreros rasos dispuestos a hacer su trabajo con toda el alma puesta en ello.

Se escuchan las voces que critican a Messi, que no apareció ayer. Pero es un mérito más de Emery: sabe cómo neutralizarlo. Messi tuvo que jugar sin balón, manteniendo la presión cuando tenía el balón y abrir espacios para sus compañeros. Ahí brilló Neymar. Igual, la sensación que nos deja el equipo es que ganó más por pundonor que por estrategia. Mítica es ya también la celebración de Messi del último gol con la grada, llevándose repetidas veces la mano al corazón.

Y no se puede negar el papel del árbitro y de la falta de herramientas tecnológicas para casos tan puntuales como el momento de pitar un penalti o no. El piscinazo de Suárez en el minuto 88 fue vergonzoso, como también lo fue que no pitara la falta contra Di Maria. Sin duda alguna otro hubiera sido el resultado final.

4.

El caso es que el 6-1 es ya histórico, épico y quedará registrado además como el día en que el Barça hizo la tierra temblar, literalmente: el sismólogo Jordi Díaz del Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera registró un minúsculo terremoto con el gol de Sergi Roberto.

Hasta ese 6-1 creía que solo la ira de los dioses, Tesla o Beethoven podían hacer temblar a la tierra, como lo atestigua la Orquesta Broadway. El Barça ha entrado en esa categoría, celebremos: