El que lo entendió, lo entendió

1.

Me envía G un meme por Facebook en el que aparece Bart Simpson golpeando una cacerola y diciendo Mírenme, soy parte del 1% de la gente que no ve Juego de Tronos. Hace un tiempo vi en su muro que no entendía cómo le podía gustar a la gente El show de Suso. Mi respuesta fue obvia entonces: «G, no veo Juego de Tronos porque donde yo vivo lo dan a la misma hora que El show de Suso», sin necesidad de mencionar que él pertenece al 99% de intelectuales bogotanos que concuerda con su opinión. Por mis raíces paisas me sorprendió su afirmación, para mí es muy fácil sintonizarme con Suso (aunque confieso que siempre me salto sus monólogos), igual que con muchos cuadros de Botero, como también entender que Maluma y J Balvin son la respuesta antioqueña emprendedora a productos comerciales como Enrique Iglesias o Daddy Yankee: «Nosotros también podemos hacer eso» y llenarse de villegas.

Hace poco le leí a una ya célebre doctora en Literatura que el contexto de las obras literarias le importaba muy poco, nada para ser exactos: la obra se contiene a sí misma y todo lo demás a su alrededor es superfluo. Aunque también fue sincera: la verdad es que tiene mala memoria y recordar esos datos históricos le cuesta. Esos datos… a otro joven escritor le escuché que la literatura estaba haciendo el trabajo que no hacían los historiadores: darle vida a los relatos porque ellos se limitan a registrar fechas. Basta cualquier sociólogo de la literatura, leer a cualquier historiador contemporáneo o, para ser más concretos, el ensayo de Marx El 18 Brumario de Luis Bonaparte para comprobar la falacia de ambas opiniones y el ego que se necesita para decirlas sin despeinarse.

El comentario de G no era un llamado a que le ayudaran a comprender por qué le gusta a la gente El show de Suso, como el espejo de su meme no le ayuda a preguntarse por qué es él parte de ese pequeño porcentaje al que no le gusta. No he hecho ese estudio sociológico, pero si me pregunto por qué me gusta mi primera respuesta es por ver cómo es ese encuentro entre un paisa bien particular, malhablado, con gente importante hablándoles de igual a igual y soltándole todas sus ocurrencias. Suso mismo acuñó la frase que le responde a G de manera sencilla y sin necesidad de tanto estudio académico: El que lo entendió, lo entendíó.

2.

Hacía rato que no veía un programa de Suso y justo Youtube me sugirió su entrevista con Joe Arroyo. Sin estar tan delicado como Héctor en su última entrevista, sí se alcanza a ver a Joe a punto de empezar el camino hacia el fin de su vida. Se nota que le hizo mucha ilusión ir al programa, que lo disfruta también y que lo ha hecho sonreír en medio de las dificultades de salud. El director fue muy cuidadoso en no mostrar sus debilidades físicas. Joe cantó temas como Rebelíón, Tania, Yamulemao, con ecos de su mejor voz. Hoy amanecí pensando en la versatilidad de su obra, tantos temas que son imposibles de clasificar, ni siquiera dentro del género Joeson que el mismo inventó. Aparte de Yamulemao (que es como su Aserejé), pienso en Tumbatecho, Tal para cual, Echao pa’ lante, La noche, Son apretao… es increíble la variedad, cuyo único factor común es la voz del Joe. Un genio musical. Hasta su forma de bailar, su tumbao, lo inventó él.

Descubrí que Suso también es un investigador de la serie Cómo se compone un son mientras le hacía preguntas a Joe tratando de descifrar cómo logró crear temas tan particulares como Yamulemao: «¿Cómo lo hizo?», la pregunta que siempre le hacemos al mago. Me recordó también la carta VIIII del Tarot de Marsella, El Ermitaño, en la que Jodorowsky hace una gran descripción sobre el crecimiento en la vida:

[…] Al alejarse  del VIII, sale  de un estado de perfección insuperable  que,  en  caso  de  demorarse  en  él,  podría  conducirlo  hasta la muerte.  No lo supera, lo abandona y entra en crisis. Se puede comparar con  el  feto  que,  al  octavo  mes,  alcanza su pleno  desarrollo  en  el útero ­–todos sus órganos están formados, ya no le falta nada.  Durante el noveno mes, se prepara para abandonar la matriz, el único ámbito que conoce, para entrar en un mundo nuevo.

Con sus temas, Joe se aventuró cual ermitaño por mundos nuevos, regresaba para compartir lo que había encontrado. En esa búsqueda de cómo se compone un son es una constante el abandono de la matriz para crear algo nuevo. Ese paso que a tantos habitantes del Hotel Mamá les es difícil dar.

Gracias por esa entrevista Suso: