En la búsqueda de la belleza los algoritmos ocupan un lugar especial. Cuando escuché de la existencia de un revolucionario algoritmo para discernir el conflicto colombiano me lancé a buscarlo. Apenas encontré el informe preliminar del trabajo de Natalia Springer. Luego escuché su defensa del trabajo en una entrevista de radio. Uno de los argumentos para mantener el algoritmo secreto es que utiliza información clasificada como secreto de Estado. Este argumento es sorprendente porque como cualquier programador o desarrollador sabe, el algoritmo se puede revelar independientemente de los datos que utilice. De hecho los algoritmos se prueban con lo que se conoce como dummy data o datos ficticios, los datos reales solo se utilizan (idealmente) cuando el algoritmo entra en producción. Es decir, no se pondría en peligro la vida de nadie al revelar el ya famoso (o infame que diría Borges) algoritmo.
Me sumo a la opinión de quienes concluyen que el informe no aporta nada novedoso. Otro de los argumentos de Springer es que hay que demostrar científicamente el comportamiento criminal de las Farc, si cumple con un patrón que permita afirmar que se cometió un crimen de lesa humanidad continuado.
Para hacer estas demostraciones sí aparecen unas fórmulas como esta:
Que básicamente ayuda a concluir lo siguiente: las Farc en sus plenos y conferencias adoptó la política del secuestro y las fórmulas ayudan a determinar qué tan efectiva fue su implementación. En otras palabras: sabemos que el agua moja, lo que hay que comprobar científicamente es cuánta agua se necesita para determinar que mojó y cuánto mojó. Los secuestros de las Farc están ampliamente documentados, estudiar la eficacia (o no) con la que las Farc los implementaron sería más útil para sus contadores que para un proceso judicial.
Sin embargo, de manera inesperada, el algoritmo de Springer von Schwarzenberg sí es útil para analizar la política de contratación de analistas de la Fiscalía. A ojo de buen cubero diría que el resultado de la fórmula citada utilizada con el nombre de analistas y periodistas contratados por la Fiscalía por 11.000 millones de pesos (que se sepa hasta ahora) podría arrojar como resultado que hay una estrecha correlación entre la política de comprar una imagen favorable en los medios con los analistas contratados y los resultados de sus informes. Y casi que se podrían calcar varias de sus conclusiones aplicadas a las Farc: la Fiscalía adoptó la política de comprar una imagen favorable en los medios y, efectivamente, por los analistas contratados se puede concluir que fue eficaz en su trabajo de manera sistemática hasta ahora. Un análisis más sofisticado permitiría incluso georeferenciar los analistas contratados con sus pronunciamientos puntuales en momentos críticos para el fiscal Montealegre.
Me pregunto cuánto le habrán pagado al consultor que luego de emplear algún algoritmo revolucionario (que no podremos conocer por razones de Estado) para analizar las conversaciones del hacker Sepúlveda llegó a la conclusión de que había que demandar a Carolina Sabino por aborto. El de Springer von Schwarzenberg al menos arrojó resultados coherentes: efectivamente el agua moja. Las Farc adoptaron la política del secuestro y efectivamente secuestraron de manera sistemática, unos años más, otros años menos. Pero ¿cómo llegó el analista a la conclusión de que había que demandar a Carolina Sabino después de estudiar científicamente las conversaciones de Sepúlveda? Me muero por conocer ese algoritmo.