Silencio

“Me voy”, dijo ella.
Empieza el amanecer y siento dolor de estómago. No por el vino sino porque de verdad se levanta y empieza a buscar su ropa. Hasta que aparece con el abrigo puesto ante la puerta de mi cuarto salgo de la cama.
“¿Qué haces hoy?”, le pregunto.
“U”, responde.
“¿Volveré a verte?”. Guarda silencio. Le digo que me gustaría mucho verla de nuevo. Aprieta los labios, me da un beso rápido y desaparece. ¿Se ríe? Si me estiro por la ventana puedo ver hacia la calle. Ella ya se ha ido. Aún desnudo y casi colgando por el muro me sonrío por primera vez en esa mañana. Veo conmovido que en la ventana de un auto ha escrito, con letras grandes, “SÍ”.

GERRIT JAN PULLES

La metamorfosis

De las ilusiones más emocionantes entre los amantes se encuentra la sensación permanente de estar enamorados, como por primera vez. Suspiré profundo por Lina, la esposa de Juan, y decidí pasar por el parque de las flores a buscar unas rosas de aroma penetrante, tal como lo exigía el encuentro de esa noche. La selección del color me pareció esta vez menos importante: todo valía con Lina, lo importante era la sorpresa, el detalle. La vendedora de rosas me veía con una cara medio romántica, como que intuía la celebración que propiciarían sus flores y que interrumpía a veces para llamar la atención de alguna de sus hijas que jugaba a las escondidas entre los cubos de agua. “Coquito, ¿no me reconoce?”. Sólo una persona en el mundo me llamaba Coquito: (Sigue leyendo »»)

The Man, 9

Sven Kramer

La tensión anoche fue increíble. Según reportes de sintonía, más de 5 millones de hogares en Holanda vimos por televisión la final de los cinco mil metros. Sven Kramer estaba a tope: dio varias vueltas de 29 segundos, solo al final aflojó un poco pero remató con un tiempo de antología, récord olímpico y medalla de oro. El coreano Lee estuvo excelente también, alcanzó a jalar a Bob de Jong pero no lo suficiente para llevarlo al podio. Chad Hedrick se despidió de su vida olímpica quizás con su peor carrera en los JJOO. La presión sobre Kramer era enorme: todo el país estaba a la espera de que ganara. Y lo logró. Como dijo el periodista en la tele, este es el primer paso para convertirse de campeón en leyenda. Sven Kramer, The Man.

R2H

Me gustó la frase de Ruud sobre el iPad: "Eye candy for Apple junkies." Las interfaces de Apple son muy bellas, qué duda hay, pero el rendimiento y las funciones de los equipos no tanto. Utilizo un Asus R2H desde el 2006 y en lo único que lo supera el iPad es en el tamaño de la pantalla y la duración de la batería. He viajado por todas partes con él y siempre ha trabajado perfecto. Tiene todo lo que se puede hacer con un computador y más (GPS integrado), escribir en la pantalla, etc. Todo hasta como para no disgustar ni siquiera a Hitler:

Y Jobs tiene de nuevo la cara de presentarlo como un producto revolucionario. A Asus le falta el músculo publicitario de Apple. El R2H lo descubrí por casualidad en una tienda. También lo utlizo para conectarme via VNC a mi PC, que probablemente será uno de los mejores usos para el iPad. Recuerdo también cuando Jobs presentó el Mac no se qué como el laptop más delgado del mundo… y Asus lleva haciéndolos desde no sé cuánto tiempo, esta es la última creación. Hoy Guillermo Santos escribe que ya está listo para hacerle la fila al iPad: muy probablemente no conoce los R2H.

Como nota al margen, para los que somos zurdos resulta agradable ver que el R2H es publicitado con uno de nosotros y, mejor aún, que el autenticador digital está diseñado para zurdos.

Y aquí el "iPad" de Asus:

Y Steve Jobs cree aún que lo inventó primero… los problemas endogámicos del iWorld.

The Man, 8

L'Homme Qui Marche ILa sorpresa del día fue encontrar que el caminante que simboliza el viaje a Utópica fue subastado por 65 millones de libras, quitándole el récord de obra más costosa al Niño con pipa de Picasso. No me puedo imaginar cuál sería la reacción de Giacometti ante esta cifra escandalosa aún más en tiempos de crisis y con Haití en ruinas.

«¿En qué andas ahora Alberto?», le preguntó Breton a Giacometti. «Estoy trabajando en una cabeza», le respondió. «Vaya, si todo el mundo sabe qué es una cabeza». Esta respuesta marcó el rompimiento de Giacometti con los surrealistas: «Yo no lo sé todavía». Pasaba 5 horas modelando la cabeza de su esposa y aún le quedaban interrogantes. Gracias a este quiebre se autorizó a hacer la revolución con sus esculturas.

La última vez que vi al hombre caminando fue en el Kunsthal de Rotterdam: iba sufriendo por segunda vez el síndrome de Stendhal, toda una experiencia sublime. ¿Qué irá a ser de este hombre? Si deja de recorrer el mundo para ser confinado a alguna colección particular, nos queda la fortuna de que la serie la conforman cinco caminantes más. En todo caso, el hombre de Giacometti seguirá marcando el camino hacia Utópica, la ciudad del horizonte.