La belleza de esta imagen está en la idea que sugiere de la dificultad que tenían los equipos para defenderse de la excelencia de Maradona. La foto fue tomada en realidad justo antes de que Maradona cobrara un tiro libre tomando por sorpresa a los jugadores belgas, quienes terminaron ganando el partido 1-0.
¿Cómo detener o desactivar a Maradona? Los equipos contrarios tuvieron que aprender a hacerle una jaula: rodearlo entre 4 y 6 jugadores para bloquearlo y quitarle el balón. No solamente por la calidad de Maradona sino porque todo el juego de Argentina estaba basado en él. Con la Argentina de Sabella no sucede lo mismo: con su defensivo 5-3-1-1 (Messi detrás de Agüero) no hay forma de que Messi pueda contra una muralla de cuatro o cinco jugadores. Con esta formación, Van Gaal solo tuvo que optar por la marcación hombre a hombre y cerrarle los espacios para que no pudiera hacer sus amagues favoritos: sin jugadores con quienes asociarse o que retengan defensores las posibilidades de hacer un gol para Messi son reducidas.
Florentino Pérez contrató a José Mourinho cuando este le dijo: “Yo sé cómo ganarle al Barcelona”. El portugués tiene un talento natural para deconstruir equipos, para analizarlos y comprender qué los hace fuertes y cuáles son sus puntos débiles. Algo similar a lo que hacen los lectores de grandes novelas: desarmarlas para tratar de aprender cómo se debe de escribir, copiar (y hasta robar) lo que funciona para armar su propia obra. El aspecto creativo de Mourinho es su capacidad de dinamitar el juego contrario.
Hacer un equipo donde el aspecto creativo y el destructivo estén en balance es un arte al alcance de pocos. De hecho en el fútbol estadounidense lo tienen tan claro que en cada equipo hay un entrenador para el ataque y otro para la defensa. La Holanda de Cruijff fue la primera que apostó por lograrlo con su fútbol total: el chip debe procesar en segundos el cambio de defensa a ataque y viceversa. En un torneo tan corto como la Copa Mundo, con tan poco tiempo para crear una naranja mecánica, lo natural es que haya más José Mourinhos que Rinus Michels. Gracias al big data les dan mapas como estos y en segundos saben cómo tienen que jugar:
Ese fue el partido que jugó Holanda contra Costa Rica. En segundos Sabella sabía que tenía que hacer: cortar los balones a Sneijder, presionar a Robben arriba, mantener alejados a Blind y Kuijt y confiar en el contragolpe con Messi. Holanda jugó a lo mismo: desarmar las líneas del contrario y cruzar los dedos porque el X Factor (Robben o Messi) definiera el partido. Ninguna sorpresa que el encuentro fuera tan aburrido.
La gran paradoja de este mundial es que quienes eran maestros en el juego de destrucción tienen ahora el mejor juego de construcción: la Mannschaft. Después de perder la semifinal con España en 2010, Löw tuvo la opción de seguir el camino de Mourinho y aprender a quebrar a España o el de Guardiola y del Bosque y aprender a hacer un juego demoledor al ataque. Para fortuna del fútbol optó por el segundo. Brasil clama hoy en día volver a sus raíces del jogo bonito, que si va a perder que sea dejando una huella en los espectadores.
Tampoco se trata de idealizar a Löw. Al final contra Ghana tuvo que recurrir al juego fuerte y resultadista para empatar el partido. Pero hay que valorar que está dispuesto a enfrentarse a un duelo de fútbol con Argentina y no a hacer la Scolari: declarar a James o Messi objetivo militar desde el primer minuto. Apostar quién ganará mañana pasa por el nivel de testosterona de Sabella. Para decirlo sin correcciones políticas: por las pelotas que tenga. Sale a jugar con el 5-3-1-1 muerto del susto de que Alemania los vaya a golear en la final o con el 4-4-2 a jugarles de igual a igual y ganar en una batalla épica. ¿Optará por un matecito antes de dormir o por un buen asado?
Que en todo caso la final de mañana nos depare una victoria que merezca una canción. Cantemos: