De la serie Revelaciones dramáticas presentamos: Gaita de apareamiento

Me gradué como compositor de la Juilliard en Nueva York hace 15 años. Mis obras, musicalmente complejas, gozan de cierto prestigio entre los autores modernos. Este verano estoy invitado a siete festivales donde se estrenarán o interpretarán algunas de ellas. Ver mi nombre asociado con el de grandes compositores modernos es algo a lo que no me acostumbro todavía. Mi pieza más interpretada es una variación de Las cuatro estaciones de Vivaldi que compuse para el Kronos Quartet. De todas las experiencias musicales que he vivido hay una que me persigue desde hace algunos años. Desde hace cinco, para ser exacto.

Un colega y amigo colombiano, Rafael Hernández, me invitó a recorrer la costa Atlántica de su país para rescatar joyas perdidas. Empezamos el viaje en un pueblo llamado algo así como Capurganá. Recorrimos la Costa Caribe hasta llegar al norte de La Guajira. El primer día que llegué a Bogotá Rafael me llevó al sitio que sería la entrada a la aventura: la plaza de mercado de Paloquemao, si mal no recuerdo el nombre.

Jamás en mi vida había visto tal variedad de frutas y verduras. Rafael me había enviado fotos de unos buses conocidos como chivas en la costa, me dijo que serían nuestro medio de transporte. Me hizo reír la cantidad de corotos y colores que llevaban, el mismo festival de colores que veía en Paloquemao. Luego me invitó a probar la guanábana, una fruta verde gigante que parecía un erizo y de textura blanca en su interior. Cuando la probé sentí que estaba lamiendo el sexo de una mujer. De no ser por el sabor no hubiera sabido reconocer la diferencia. "No lo mastiques" me dijo Rafael cuando me comí un pedazo de aguacate, "se va a derretir en tu paladar". Así fue.

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De la serie Revelaciones dramáticas presentamos: Adaptación sociológica

Me enteré ayer de que Ian Thorpe salió del closet. Lo que me impactó de la noticia fue lo que destacó The Guardian:

The revelations are dramatic particularly because Thorpe has always vehemently denied rumours of his homosexuality. In his own autobiography This Is Me, published in 2012, the swimmer said that he found questions about his sexuality hurtful, writing: "For the record, I am not gay and all my sexual experiences have been straight. I'm attracted to women, I love children and aspire to have a family one day … I know what it's like to grow up and be told what your sexuality is, then realising that it's not the full reality. I was accused of being gay before I knew who I was.''

Que la gente salga del closet no tiene nada de dramático. Sí lo es en cambio la presión por negar la propia condición para aparentar ser lo que no se es. El año pasado sí que tuve una revelación dramática que diría The Guardian. O mejor, dos.

La primera fue mi encuentro con mi amiga M en Barcelona. Ambos estábamos de paso por la ciudad y me invitó a cenar a uno de mis restaurantes preferidos, Can Cortada, para contarme una noticia especial: “estoy enamorada”.

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Microcosmos

Con el equipo de baloncesto de mi colegio nunca clasificamos a semifinales de los torneos de la Uncoli. Nuestro promedio de estatura era muy bajo comparado con el de los cuatro que siempre clasificaban. Viví el bachillerato acostumbrado a que a lo máximo que podíamos aspirar era al quinto lugar, pero igual siempre jugamos contra los grandes con la esperanza y el empeño de ganarles. El San Carlos jugaba con cuatro equipos y cuando el principal ya nos había aplastado, el entrenador empezaba a rotar a los otros tres, todos muy buenos. Jamás olvidaré el intercambio de miradas que sostuve con el entrenador del San Carlos cuando rotó al último equipo ante nosotros, con una diferencia de 50 puntos en el marcador. Quiero pensar que sintió un poco de vergüenza, pero igual nos apalearon sin clemencia.

Un equipo rompió la jerarquía generacional: el Nuevo Reino de Granada, que aceptó que dos jugadores sanandresanos buenísimos y altísimos jugaran con ellos. La combinación de ellos con mi amigo Mauricio Forero, armador, hizo un equipo que llegó a la final del torneo derrotando al hasta entonces todopoderoso San Carlos. Cuando fui a ver la final Nuevo Reino de Granada contra el Helvetia recibí una lección de colombianidad inolvidable. Los jugadores del San Carlos entraron minutos antes de que empezara el partido a la cancha a abrazar a los del Helvetia y a pedirles que ganaran para vengar su derrota. Les parecía sobre todo que fue antideportivo del NRG inscribir a dos sanandresanos solo para ganar en la Uncoli.

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Versatilidad

Esta mañana de verano busqué el programa de flamenco de la Javeriana y me encontré con uno de homenaje a los Carrangueros de Ráquira. Vi el paisaje montañoso de mi amado Monguí, la sensación del musgo de 7 colores húmedo en mis manos, los campesinos con la piel cobriza de cultivar papa bajo el sol y la gran sorpresa de que desde el ascenso hasta la casa más alejada en el camino, Boyacá ha sido tomada por el vallenato. El ascenso con Juan Florencio a la nariz del diablo para mostrarnos la curvatura de la tierra, el paisaje silvestre del páramo reservado para los caminantes que aman la naturaleza. Ya sé que mi primer viaje cuando regrese de visita a Colombia será una caminata Monguí-Laguna de Tota.

 

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