Semana de conspiración (3). Las banderas falsas

Hoy he de advertir a los lectores utópicos más sensibles que se abstengan de leer esta entrada: tratará sobre una de las más perversas teorías de la conspiración que existe, la de las banderas falsas.

En términos militares, una operación de bandera falsa consiste en llevar a cabo un ataque utilizando la bandera del enemigo o de otro país, entidad u organización que no son las propias. Hoy en día se conocen como “operaciones encubiertas llevadas a cabo por gobiernos, corporaciones y otras organizaciones, diseñadas para aparecer como si fueran llevadas a cabo por otras entidades”. El portal Collective Evolution publicó hace tres días la noticia de que el Profesor Emérito de la Universidad de Ottawa, Michel Chossudovsky, analizaba los hechos del pasado viernes 13 en París como el Septiembre 11 a la francesa. ¿Qué significa a la francesa en este caso? (Sigue leyendo »»)

Algoritmos (2). La nube de smog

De niña J. tenía el don o el privilegio de entregarse con concentración absoluta a todo lo que hacía. “Mis padres dicen que disfrutaba de una facilidad enorme para perderme en cualquier actividad, fuera ballet, dibujo, pintura, piano, equitación, lo que fuera —me contaba una noche cuando le pregunté sobre esa capacidad que me sorprendió tanto cuando la conocí ya de adulta—. Con los años lo único que ha cambiado es que ahora soy yo la que escoge a cuál actividad me quiero dedicar, pero la entrega y dedicación siguen siendo las mismas”. Cuando le propusieron entrar al equipo creativo de Volkswagen en Colonia no lo dudó un instante, a pesar de que tenía que dejar a su amada Florencia: “Nos ofrecen un cheque en blanco para crear las tendencias del siglo XXI”. Algo así como pagarle por experimentar en uno de los mejores laboratorios del mundo.

Cuando viajé a visitarla a Colonia almorzamos un sábado con algunos de sus colegas. Era la primera vez que conocía a los diseñadores industriales encargados de hacer los prototipos de autos. Entre sus manos estaba el rediseño del escarabajo y del Polo, dos de los autos más emblemáticos de la empresa. Uno de ellos no podía parar de dibujar mientras conversaba, creo que alcanzó a hacer 5 perfiles de delantera mientras charlábamos. A todos les pregunté que cuál era el diseño de auto que más les gustaba y todos respondieron al unísono: “Porsche”. De alguna manera este era el auto culpable o responsable de que ellos hubieran escogido su carrera.

J. estaba empezando una nueva fiebre: el ambientalismo y uno de sus derivados, el reciclaje. El problema ambiental se lo tomaba como debería ser para todos, como si tuviera una nube de smog estacionada y creciendo en la sala de su casa. Algo hay que hacer. Decía con orgullo que uno de los objetivos de Volkswagen era fabricar autos lo menos contaminantes posible. Andaba feliz en su Jetta TDI, con emisiones “casi cero”. Tanto que me propuso que fuéramos al Salón Internacional del Automóvil de Barcelona en este. “Luego podemos ir a pasear por Extremadura a disfrutar de la primavera, tengo una semana de vacaciones”. (Sigue leyendo »»)

Nuevo jardín de las delicias, 2

Fiel a su palabra, el Centro Harry Ransom ha hecho público un año después parte del archivo de García Márquez. Me zambullí a ver qué sorpresas encontraba y salí enriquecido, en especial por el epílogo de Crónica de una muerte anunciada. Aparte de las delicias que citaré a continuación, fue una fiesta el acceso a su cocina literaria, como él la llamaba. Por las anécdotas menores, como los errores de ortografía recurrentes (la tilde en tánto, p.e.), como por sentir cómo entraba en trance el nobel colombiano a la hora de sentarse a escribir; un placer paladear de nuevo el flujo de su prosa.

Algunos pasajes para destacar:

Yo había sido uno de los 15.000 testigos del drama, y uno de sus protagonistas de última hora, y mi madre tenía un parentesco lateral con los autores del crimen y era la madrina de bautismo de Santiago Nasar. Esto ocurrió poco antes de que yo supiera qué iba a ser en la vida, y sentí tanta urgencia de contarlo, que tal vez fue el acontecimiento que definió para siempre mi vocación de escritor.

A quien primero se lo conté fue a Germán Vargas y Alfonso Fuenmayor, unos cinco años después, en el burdel de alcaravanes de la Negra Eufemia. Para entonces ya había resuelto ser escritor, y mi padre me había dicho: «Comerás papel». Durante años soñé que rompía resmas enteras y me las comía en pelotitas, y nunca era el papel sobrante de los periódicos donde trabajaba entonces, sino un muy buen papel de 36 gramos, áspero y con marcas de agua, tamaño carta, del que seguí usando siempre desde que tuve dinero para comprarlo.

Luego, cuando se encuentra con Bayardo San Román, que ya había vuelto a vivir con Ángela Vicario, este se disgusta porque ella haya hablado con García Márquez, lanzándole una advertencia que terminó siendo una epifanía:

— Si escribes ese libro —me dijo— te lo hago comer.
—¡Ah carajo! —repliqué—. Solo ahora entiendo lo que me quiso decir mi padre cuando le conté que iba a ser escritor.

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Comunicación telepática

Que recuerde en este momento, después de Vénus noire la película más brutal que he visto ha sido The Cove. La semana pasada vi finalmente Blackfish, que denuncia el maltrato de las orcas en Sea World. De niño, como a los 8 o 9 años, fuimos con mi mamá y mi hermana a Miami a visitar Disneyworld y Sea World. A esa edad fue un viaje a otro mundo. A mi edad me sorprendió que el Cholo Simeone invitara de escapada romántica a su novia a Eurodisney, pero ese es otro tema. El espectáculo con las orcas es muy impresionante. Recuerdo que llegamos un poco tarde y ya todas las sillas estaban ocupadas, salvo las de la primera fila. Había una línea amarilla que advertía que era mejor no sentarse en las sillas debajo de esta línea. Como no había más lugar no hice caso y me gané un chapuzón tremendo por parte de una de las orcas, pero hasta eso disfruté. John Hargrove cuenta en Beneath the Surface que después de un paseo similar decidió que quería ser entrenador en Sea World. Su testimonio es uno de los más impactantes en Blackfish. (Sigue leyendo »»)

Algoritmos (1). Secretos de Estado

En la búsqueda de la belleza los algoritmos ocupan un lugar especial. Cuando escuché de la existencia de un revolucionario algoritmo para discernir el conflicto colombiano me lancé a buscarlo. Apenas encontré el informe preliminar del trabajo de Natalia Springer. Luego escuché su defensa del trabajo en una entrevista de radio. Uno de los argumentos para mantener el algoritmo secreto es que utiliza información clasificada como secreto de Estado. Este argumento es sorprendente porque como cualquier programador o desarrollador sabe, el algoritmo se puede revelar independientemente de los datos que utilice. De hecho los algoritmos se prueban con lo que se conoce como dummy data o datos ficticios, los datos reales solo se utilizan (idealmente) cuando el algoritmo entra en producción. Es decir, no se pondría en peligro la vida de nadie al revelar el ya famoso (o infame que diría Borges) algoritmo.

Me sumo a la opinión de quienes concluyen que el informe no aporta nada novedoso. Otro de los argumentos de Springer es que hay que demostrar científicamente el comportamiento criminal de las Farc, si cumple con un patrón que permita afirmar que se cometió un crimen de lesa humanidad continuado. (Sigue leyendo »»)