Read my pins (Colombian Police Style)

serpent pinRead My Pins. Stories from a Diplomat’s Jewel Box es el libro de memorias de la exsecretaria de Estado Madeleine Albright. De manera original, se vale de la exposición de los broches que utilizó en su cargo como herramientas para expresar visualmente su posición frente a un tema de actualidad. Todo empezó de manera casual con un poema que le dedicó el régimen de Hussein por un broche con una serpiente que ella vestía en una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU (ver imagen). Le gustó tanto la reacción que pensó que podría utilizar sus broches como una herramienta más de su arsenal de armas diplomáticas. Esto hace el libro de agradable lectura sin evadir temas álgidos de su cartera: humor diplomático de alto nivel.

Recordé este libro por el escándalo generado en Colombia por el video del exviceministro Ferro y el capitán Palacios publicado de manera precipitada por la periodista Vicky Dávila. Digo precipitada porque hizo falta preparar toda la historia que explicaría por qué ese video es prueba de la existencia de la Comunidad del Anillo. Sin estos preliminares, el video queda reducido a una charla de sexo casual entre dos personas adultas. El video sin embargo deja muchos indicios de que hay algo raro en el encuentro: ¿por qué un capitán de la Policía tiene una charla tan abiertamente sexual con un senador de la República, casado y con hijos, en su primer encuentro? ¿Por qué el senador conduce el vehículo oficial, sin conductor y sin escolta (salvo Palacios)? ¿Por qué Palacios iba dispuesto a grabar el encuentro? ¿estaba recabando pruebas o preparando una trampa para Ferro? Es evidente que si Palacios no conociera el deseo homosexual de Ferro no habría tenido lugar esa charla. (Sigue leyendo »»)

Grecia como cifra

1.

Yanis Varoufakis sigue asimilando la tortura por la que pasó este verano. En una entrevista con De Volkskrant la semana pasada continuaba exorcizando sus demonios. Esta vez agregó a Tsipras al baile: “Confié en él de manera equivocada: creí que éramos un equipo y al final él se rindió sin consultarme. Aceptó la presión de Dijsselbloem para que me relevaran de mi trabajo”. Igual se sigue mostrando poco autocrítico, de manera un tanto comprensible pues se le sigue acusando de ser un lunático marxista que casi hace saltar a Grecia por el precipicio.

En general, sus planteamientos económicos son acertados, pero falla en reconocer que su baza principal era el objetivo último de Schäuble. Presionó hasta el final con la amenaza de sacar a Grecia de la Eurozona (los países que comparten el euro, no de la Unión Europea) confiado en que el costo sería tan elevado que nadie querría asumirlo. De manera increíble no se enteró de todas las medidas que el Banco Central Europeo ha ido tomando durante los últimos cinco años para prevenir el efecto de contagio del Grexit. Tanto, que en la sesión de tortura por la que pasó Tsipras a la semana del célebre referéndum griego, Schäuble la puso sobre la mesa: “Lo mejor es que Grecia se retire por cinco años, haga sus tareas y se prepare para volver al euro”.

Varoufakis también evita incluir en el paquete de traidores a su camarada, amigo y sucesor Euclides Tsakalotos, quien al día siguiente de la entrevista de Varoufakis daba una a El Mundo donde se puede entender entre líneas que fue él quien puso el freno de mano a la estrategia de Varoufakis: Grecia no estaba lista para salir del euro, había muchas incertidumbres en el plan de la moneda paralela o del retorno al dracma y a la postre el país tendría que renegociar su deuda en una posición mucho más débil, so pena de convertirse en un paria en el mercado internacional, algo así como la Cuba europea.

En lo que sí lleva toda la razón Varoufakis es en el golpe de Estado que significó el acuerdo al que llegó Grecia, reduciendo al país a una especie de protectorado de Bruselas con cierto margen de maniobra que permite guardar las formas democráticas. (Sigue leyendo »»)

Semana de conspiración (3). Las banderas falsas

Hoy he de advertir a los lectores utópicos más sensibles que se abstengan de leer esta entrada: tratará sobre una de las más perversas teorías de la conspiración que existe, la de las banderas falsas.

En términos militares, una operación de bandera falsa consiste en llevar a cabo un ataque utilizando la bandera del enemigo o de otro país, entidad u organización que no son las propias. Hoy en día se conocen como “operaciones encubiertas llevadas a cabo por gobiernos, corporaciones y otras organizaciones, diseñadas para aparecer como si fueran llevadas a cabo por otras entidades”. El portal Collective Evolution publicó hace tres días la noticia de que el Profesor Emérito de la Universidad de Ottawa, Michel Chossudovsky, analizaba los hechos del pasado viernes 13 en París como el Septiembre 11 a la francesa. ¿Qué significa a la francesa en este caso? (Sigue leyendo »»)

Algoritmos (2). La nube de smog

De niña J. tenía el don o el privilegio de entregarse con concentración absoluta a todo lo que hacía. “Mis padres dicen que disfrutaba de una facilidad enorme para perderme en cualquier actividad, fuera ballet, dibujo, pintura, piano, equitación, lo que fuera —me contaba una noche cuando le pregunté sobre esa capacidad que me sorprendió tanto cuando la conocí ya de adulta—. Con los años lo único que ha cambiado es que ahora soy yo la que escoge a cuál actividad me quiero dedicar, pero la entrega y dedicación siguen siendo las mismas”. Cuando le propusieron entrar al equipo creativo de Volkswagen en Colonia no lo dudó un instante, a pesar de que tenía que dejar a su amada Florencia: “Nos ofrecen un cheque en blanco para crear las tendencias del siglo XXI”. Algo así como pagarle por experimentar en uno de los mejores laboratorios del mundo.

Cuando viajé a visitarla a Colonia almorzamos un sábado con algunos de sus colegas. Era la primera vez que conocía a los diseñadores industriales encargados de hacer los prototipos de autos. Entre sus manos estaba el rediseño del escarabajo y del Polo, dos de los autos más emblemáticos de la empresa. Uno de ellos no podía parar de dibujar mientras conversaba, creo que alcanzó a hacer 5 perfiles de delantera mientras charlábamos. A todos les pregunté que cuál era el diseño de auto que más les gustaba y todos respondieron al unísono: “Porsche”. De alguna manera este era el auto culpable o responsable de que ellos hubieran escogido su carrera.

J. estaba empezando una nueva fiebre: el ambientalismo y uno de sus derivados, el reciclaje. El problema ambiental se lo tomaba como debería ser para todos, como si tuviera una nube de smog estacionada y creciendo en la sala de su casa. Algo hay que hacer. Decía con orgullo que uno de los objetivos de Volkswagen era fabricar autos lo menos contaminantes posible. Andaba feliz en su Jetta TDI, con emisiones “casi cero”. Tanto que me propuso que fuéramos al Salón Internacional del Automóvil de Barcelona en este. “Luego podemos ir a pasear por Extremadura a disfrutar de la primavera, tengo una semana de vacaciones”. (Sigue leyendo »»)

Nuevo jardín de las delicias, 2

Fiel a su palabra, el Centro Harry Ransom ha hecho público un año después parte del archivo de García Márquez. Me zambullí a ver qué sorpresas encontraba y salí enriquecido, en especial por el epílogo de Crónica de una muerte anunciada. Aparte de las delicias que citaré a continuación, fue una fiesta el acceso a su cocina literaria, como él la llamaba. Por las anécdotas menores, como los errores de ortografía recurrentes (la tilde en tánto, p.e.), como por sentir cómo entraba en trance el nobel colombiano a la hora de sentarse a escribir; un placer paladear de nuevo el flujo de su prosa.

Algunos pasajes para destacar:

Yo había sido uno de los 15.000 testigos del drama, y uno de sus protagonistas de última hora, y mi madre tenía un parentesco lateral con los autores del crimen y era la madrina de bautismo de Santiago Nasar. Esto ocurrió poco antes de que yo supiera qué iba a ser en la vida, y sentí tanta urgencia de contarlo, que tal vez fue el acontecimiento que definió para siempre mi vocación de escritor.

A quien primero se lo conté fue a Germán Vargas y Alfonso Fuenmayor, unos cinco años después, en el burdel de alcaravanes de la Negra Eufemia. Para entonces ya había resuelto ser escritor, y mi padre me había dicho: «Comerás papel». Durante años soñé que rompía resmas enteras y me las comía en pelotitas, y nunca era el papel sobrante de los periódicos donde trabajaba entonces, sino un muy buen papel de 36 gramos, áspero y con marcas de agua, tamaño carta, del que seguí usando siempre desde que tuve dinero para comprarlo.

Luego, cuando se encuentra con Bayardo San Román, que ya había vuelto a vivir con Ángela Vicario, este se disgusta porque ella haya hablado con García Márquez, lanzándole una advertencia que terminó siendo una epifanía:

— Si escribes ese libro —me dijo— te lo hago comer.
—¡Ah carajo! —repliqué—. Solo ahora entiendo lo que me quiso decir mi padre cuando le conté que iba a ser escritor.

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