1.
Aunque parezca increíble, hubo un tiempo en el que Uribe no era popular en las encuestas. Hay que remontarse al 2002, cuando su favorabilidad de voto para presidente estaba en un magro 2%. Este dato me lo comentó el exmagistrado Vladimiro Naranjo (qepd) en La Haya: «En 2002 el presidente Pastrana me nombró como su hombre de enlace con los candidatos presidenciales. Mi labor era comentar con ellos la opinión presidencial sobre varios temas y hacer el seguimiento de la campaña. Uribe en ese momento apenas tenía 2% de intención de voto. Me pregunté si valía la pena charlar con él porque era un candidato que probablemente tiraría la toalla muy pronto. Igual entendí que mi mandato obedecía al presidente y no a las encuestas: hablé con todos ellos sin distinción de popularidad. El fracaso de los diálogos del Caguán disparó el discurso de Uribe hasta que se volvió el candidato a batir. Ya posesionado me agradeció que siempre lo hubiera mantenido informado y que, de hecho, mi visita lo motivaba a seguir adelante, pues lo confirmaba como un candidato serio. Fue uno de los factores que llevaron a Uribe a nombrarme embajador en los Países Bajos». Hoy con distancia puede afirmarse, con algo de controversia, que Uribe es producto de las Farc: sin su engaño en el Caguán Colombia no conocería el uribismo, no habría crecido más allá de ese 2% del 2002. Otro más de los legados nefastos de las Farc y la extensión de esa cortina de humo que fue el conflicto armado con ella.
2.
Una hacienda bien llevada funciona como un relojito. Todo marcha a la perfección. Es como ver una película bucólica en la que todo está en orden. Esta es la utopía fundacional del uribismo: llevar el modelo de gestión exitosa de la hacienda a Colombia. Es un chiste serio cuando se dice que Uribe ve al país como su finca. A este relojito le nació un enemigo: el impuesto extorsivo y el robo de ganado y tierras de las Farc. La solución de los terratenientes provino, cómo no, de su experiencia con las fincas y haciendas: hay que purgar a esta gente. De las Autodefensas se pasó a los Paramilitares: en el trasfondo de la detención de Uribe esa es la verdad temible que se asoma, que participó en la fundación de grupos paramilitares en su Hacienda.
El concepto de la purga me lo compartió una amiga que pertenece a esa clase dirigente antioqueña que la apoyó: «Es muy duro pero toca hacerlo», expresión acompañada de labios apretados y hombros encogidos. «Nada qué hacer, las purgas son bravas». El mismo gesto que comparte el presidente Duque ante el goteo diario de asesinatos de líderes sociales y guerrilleros desmovilizados. No que en las ciudades ese fuera un concepto novedoso: la desaparición forzada, la purga urbana, ya llevaba su buen camino desde finales de los setenta. (Sigue leyendo »»)