Virgie

De paseo por las librerías me encontré con el libro Ik was de vrouw van Escobar. Mijn leven met de gevaarlijkste drugscrimineel ter wereld (Fui la mujer de Escobar. Mi vida con el narcotraficante más peligroso del mundo), de Virginia Vallejo. Al parecer la película dirigida por Fernando León de Aranoa (ganador de varios Goya y con varias películas memorables a su haber) sí llevará el título original del libro (al menos en el afiche en inglés que mostraron en el festival de Cannes este año).

Cuando fue publicado en 2007 en Colombia vi un par de entrevistas con Virginia en Youtube y me parecieron vergonzosas, no tuve ningún interés en leer el libro. Pero ya traducido al neerlandés e inspirando una película con León de Aranoa, Bardem y Penélope Cruz (quien se dio a la tarea de aprender a hablar colombiano como Virginia), parqueé mis prejuicios y cedí a la curiosidad.

Salí tremendamente sorprendido, por decir lo menos, luego de ser atrapado por el ego trip de Virginia, o Virgie, como le dicen sus más cercanos.

Si fuera una novela diría que recuerdo pocas donde aparece un personaje femenino tan fuerte y bien trazado. Pero al ser un ego trip me dejó esa sensación trillada de que la realidad supera a la literatura. (Sigue leyendo »»)

Lecturas chismosas

Me encantan las (auto)biografías. Vienen a mi memoria las del Marqués de Sade (por Francine du Plessix Gray), la de Picasso (por Norman Mailer), las trilogías de Elías Canetti y Juan Goytisolo, los diarios de Kafka, Hesse y Kazantzakis, El diario de Moscú de Benjamin donde retrata su relación poliamorosa con Asja Lacis un siglo antes de que se inventara la palabreja, y un largo etcétera. Son bitácoras de navegación por la vida y se leen como novelas de aventuras por su misterio. Con este ánimo empecé la lectura de Joseph Anton: A Memoir, la autobiografía de Salman Rushdie.

No sabía quién era él hasta el escándalo de Los versos satánicos por allá en 1989, la obra que sin querer nos introdujo a muchos a la palabra fatwa y cuyo eco llega hasta nuestros días. Leí después Hijos de la medianoche, una traducción malísima de Bajo el sol jaguar que me forzó a buscar la obra original en inglés y Shalimar the Clown. Me atrevo a decir que Rushdie es uno de los más claros herederos del realismo mágico de García Márquez. Hasta que llegué a su autobiografía.

Joseph Anton es el nombre que él utilizaba para registrarse en los hoteles mientras huía de la fatwa. Es una composición de dos de sus escritores más queridos: Conrad y Chekhov. La obra podría incluirse en la literatura del secuestro, pues Rushdie se concentra en mostrar cómo era su vida durante la fatwa, que mantenía muy limitada su capacidad de movimiento y radio de acción. Aunque no lo dice, su máxima es la de Hamlet: O God, I could be bounded in a nutshell and count myself a king of infinite space, were it not that I have bad dreams. El nombre de su pesadilla es Padma Lakshmi, la bella modelo y foodie india-estadounidense. (Sigue leyendo »»)