Anoche soñé que el Ajax le ganaba 0-5 al Madrid. Una premonición similar a la que tuve con el 0-5 de Colombia a Argentina. Recuerdo la cara de C cuando le dije este posible marcador: «Está loco, además jugamos en Buenos Aires». Si algo he aprendido del Barcelona de Messi y Guardiola es que el fútbol debe ahora ser visto como una obra de arte, no solo como un deporte. Así que no me impresiona en absoluto un equipo que lleve ganadas tres orejonas seguidas y se siente orgulloso de llevar más de mil días como rey de Europa. Comparto el criterio de Messi cuando se le preguntó sobre estas victorias del Real Madrid, dijo algo similar a saben ganar de la nada, es decir, cuando se juega a nada y aun así marcan goles y ganan.
Encuentro pocas cosas más aburridas que ver jugar al Real Madrid. Sí, 13 orejonas, ¿y qué? Flóper mismo lo sabe: varias veces ha confesado que su objetivo es crear un equipo que enamore, un equipo que cree afición, como el Brasil del 70, el Ajax del 95, el Barcelona de la última década. Esos equipos que hasta los niños saben cómo juegan: Rivelino recibe el balón, hace un regate y se la pasa a Tostão, este se desprende de la marca y se la pasa a Jairzinho, hace un centre y la recibe Pelé, regatea a tres defensas y marca gol. Los niños entienden cómo juegan esas selecciones, instintivamente saben a qué juegan. Los que heredaron ser hinchas del Madrid solo sueñan con comprar la camiseta de Cristiano porque marca muchos goles, pero que pongan atención a quién se la pasó a él o quién armó la jugada…
Esta noche el Madrid recibe a un Ajax impetuoso, dispuesto a jugar como sabe hacerlo, sin importar cuál es el rival que tiene enfrente, el que dice que ganar por 5-3 es mejor que por 1-0. El Madrid llega tocado por las derrotas ante el Barça, sin Cristiano ni Sergio Ramos y, lo peor, sin una idea clara de cómo jugar al fútbol. Solari tiene un plan, pero su equipo aún está aprendiendo a seguirle el paso. Pienso en mi adolescencia cuando jugaba basket: no recuerdo ninguna victoria importante, nunca llegamos a semifinales, terminábamos de quintos o sextos, pero sí recuerdo todavía con placer las bellas jugadas que hicimos con mis compañeros de equipo. Esas que a la mañana siguiente recreábamos en cámara lenta en el recreo. Llego incluso a recordar la invitación a jugar un fin de semana de un amigo que no estaba en la selección con nosotros para que le explicara una jugada que hice en un partido. Quizás si hubiésemos sido un equipo ganador recordaría esa vez que le dimos sopa y seco al San Carlos, qué gran victoria, entonces quizás no guardaría en mi paladar y mi memoria aquellas pequeñas jugadas llenas de belleza que todavía me conmueven. Podría ser como el Madrid, recordaría que ganamos cuatro de las últimas cinco copas de Europa, pero salvo goles en el último minuto o alguna chilena espectacular, no tendría la experiencia de haber saboreado la belleza.
Eso es lo que más hace memorable ese Barça del sextete: lo ganó todo guiado por el artista Messi. Nos dejó varios partidos que son un placer repetirlos. ¿Qué aficionado al fútbol podría repetirse en su sano juicio algún partido del Madrid? Ojalá el de esta noche sea la excepción, ese 0-5 que inicie una revolución a favor del buen fútbol y se despoje de los cazadores de cromos y trofeos.