Wilson le entrega una carta de la profesora a su mamá:
–Wilson, ¿por qué te portaste tan mal? ¿Por qué le rompiste los cuadernos a tu compañerito?
–Porque Dios me abandonó.
–¿Cómo puede decir eso, Dios siempre está contigo?
–¿Ah sí? Entonces ¿por qué no me dijo: «Wilson, no haga eso que está muy mal»?