III

Caminamos alrededor de 35 kilómetros y estamos a casi 2.800 metros. El paso de Alejandro estaba imposible, terminé exhausto. Parece que quiere recuperar los dos días de convalecencia, tengo que decirle que en verdad no hay afán y que está loco si cree que voy a caminar 11 horas seguidas hoy también. Logré que descansáramos hasta las 9am, dormí profundo pero ya sé que en cuestión de días tendré ampollas en los pies. El páramo empieza a darnos lentamente la bienvenida: la ropa está muy fresca, es casi un baño natural vestirse con ella. Ya vimos a Montegat a la distancia. Los pastores muy amables con nosotros nos regalan leche fresca de sus cabras. Las niñas están muy abrigadas a pesar del sol candente. Tienen la piel curtida. Cuando una de ellas se arremanga el saco para tomar un poco de agua de una fuente, aparece un antebrazo casi blanco, brillante.
Alejandro está feliz con las fotografías del viaje.