Tuve una discusión tremenda con Alejandro. Según mis cálculos y lo que habíamos planeado inicialmente, teníamos que tomar la cadena montañosa de 8 kilómetros más adelante, según los suyos, «apoyado en su brújula», era ahora que teníamos que desviarnos. Este pequeño desvío nos ha costado 2 días de camino, hasta que finalmente aceptó que su brújula estaba dañada: seguimos el recorrido del sol y no apunta hacia el Norte, sino hacia el noreste. Por si fuera poco, seguimos encontrándonos campesinos supersticiosos que enmudecen cuando les preguntamos que hacia dónde queda la Laguna Negra. Ninguno nos da noticia, se devuelven silenciosos a sus cultivos de hortalizas y hacen como si no existiéramos. Terminamos acampando cerca de la laguna Colorada, a 32 kilómetros de la Negra. El desgaste energético va a ser grande: tenemos que descender 400 metros, toda esta cadena montañosa y escalar 700 para llegar a la Negra (a 3.500), un desvío de 4 días en total. Tuvimos que hacer una tregua, concentrarnos en otras actividades para pasar el disgusto. Al final de la noche aceptamos que habíamos sido muy afortunados, pues la Colorada y el paisaje que la rodea son bellísimos. Además, Alejandro pescó una trucha y nos reconciliamos después con unos rones.