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Alejandro se fracturó la rodilla derecha. La Laguna está rodeada por un campo de musgo. Quisimos vadearlo pero fue imposible. Le entró un ataque lúdico y decidió atravesarlo. Estaba feliz con el sonido al levantar los pies y por la sensación de estar luchando por soltarse de unas chupas gigantes. Calculó muy mal un paso y se cayó con todo el peso del morral de frente sobre la rodilla. Horrible. Doloroso. Dejé mi morral y fui a rescatarlo. Estaba pálido, casi desmayado por el dolor. Hice mi mejor esfuerzo por sacarlo del musgo sin comprometer más la rodilla, casi no lo logro. Llegamos completamente bañados en agua negra a la orilla (el color negro se lo debe a las algas marinas). Improvisé unas férulas con las varillas de su morral, pero es claro que tenemos que regresar al pueblo cuanto antes. No puse la carpa en el mejor lugar: estamos expuestos a una corriente de viento muy fuerte y sentimos bastante frío. El reflejo de la luna llena sobre la Laguna crea un halo plateado sobre ella, y puedo escribir como si estuviera bajo una lámpara de luz día.