XIX

Qué cagada: incendié una bodega llena de frailejones, pero el fuego se extendió al techo de paja de la casa principal y vi cómo salía corriendo toda la familia. La madre tocó a rebato y no tuve más remedio que esconderme entre un rebaño de ovejas. Ya no quiero volver a la Laguna, pero por el momento, es el único refugio seguro que tengo. Vino gente de todos los rincones a ayudarlos; si me encuentran, me matan. Qué desespero haberle hecho ese daño a esa pobre familia. Si logro escaparme, buscaré la forma de resarcir el daño.