XVI

Nuevo intento fallido por descender de la Laguna Negra. Ensayé cuatro caminos distintos pero la gente sigue disparándome y prendiendo antorchas. Me escondí entre unos matorrales cerca de un cultivo de cebollas y escuché a dos campesinas diciendo que anoche habían visto a un fantasma cojo yendo hacia Mongua (otra vereda cercana) y otro hacia Pascua (yo, sin duda). ¿Está yendo Alejandro hacia Mongua, solo? Ni modo de acercarme a las campesinas a preguntarles, pero es imposible que en su estado pueda caminar solo. ¿Y si es él? Traté de seguir hacia Montegat pero unos perros empezaron a ladrar y me delataron. Se repitió el rito de las escopetas y las antorchas y alcancé a escuchar gritos de «A la laguna, a la laguna, nada se le perdió por aquí». Alcancé a escabullirme de nuevo, pero esta partida de locos me tiene atrapado aquí arriba en la Laguna. Llegué al campamento a prepararme un poco de comida y descansar, con el corazón latiendo a toda velocidad.
De nuevo el cielo despejado. Nadé en la Laguna para buscar alguna otra señal de Alejandro. Resultó imposible sumergirme: la Laguna tiene una densidad altísima. Abrí los brazos, dejé que el agua me levantara y me entregué por un instante al descanso. Al rato escuché a unos pastorcitos gritando «Ahí está, ahí está» y cuando levanté la cabeza para mirarlos, salieron corriendo. Tengo que salir de este lugar a como dé lugar.