XVIII

Pisé una trampa de dientes de hierro y duré con el tobillo aprisionado por dos horas. De nuevo unos perros me delataron y cuando los campesinos empezaron a disparar grité una serie de aullidos y gritos incoherentes que efectivamente los asustaron y se escondieron. Con la navaja terminé de desarmar la trampa, pero el tobillo quedó bastante lastimado, me duele mucho apoyarlo. Tuve que improvisar un bastón, una venda y regresarme al campamento, no podía arriesgarme a dormir por el camino. Tendré que dejar la idea del incendio para mañana, pero ya sé que al menos con los aullidos se esconden.
Encontré también más fósiles humanos en el camino. Imposible que sean de Alejandro. Dormiré mañana todo el día, recogeré fuerzas y prepararé el incendio.