Es difícil visitar hoy en día una librería de buen tamaño que no esté saturada por obras dedicadas al niño interior. Títulos como Sanar a tu niño interior, Mima a tu niño interior, Dialoga con tu niño interior, y un largo etcétera con todas las variaciones posibles, atacan al lector desprevenido. Por supuesto que es importante sanar, mimar, dialogar con el niño interior: es muy difícil hacer algo mientras este niño llora o patalea; la idea de todos esos cuidados es ayudarlo a que se comprometa con el presente, que deje de sabotearlo. Porque si no puede suceder lo que le pasó al Madrid el sábado pasado: llega un Barcelona en óptima forma y le pasa por encima.
Quizás fue en el patio del colegio donde se sembraron las semillas que Florentino Pérez ha cosechado en su vida. Quizás allá empezó a intercambiar monas o cromos del álbum Panini hasta que logró completarlo en un tiempo récord y seguramente con ganancias colaterales notables. Se forjó el empresario que hoy en día sigue soñando con esa ilusión infantil de querer tener los cromos de los mejores jugadores del mundo en las páginas del Real Madrid. En este afán lo hemos visto gastar cerca de 1.200 millones de euros en los últimos años. Si bien ha hecho contrataciones galácticas, no deja de contemplar con cierta envidia infantil las páginas del Barcelona, a todas las estrellas que nunca podrá poseer, en especial a Leo Messi.
Florentino sigue convencido de que si se fichan los mejores jugadores por lógica tienen que conformar el mejor equipo. Pero aquí es donde se nota que probablemente Florentino nunca jugó en un equipo de fútbol semiprofesional o siquiera aficionado. Se nota que no sabe todo el trabajo que exige conformar un equipo, lograr que los jugadores se compenetren entre sí y alcancen la unidad por el mismo objetivo, que más que ganar sobre todo es jugar bien. Y hace rato que el Real Madrid no juega bien al fútbol, desde que Florentino decidió asumir también la condición de director deportivo.
Es hora de que Florentino sane, mime, dialogue o lo que se quiera con su niño interior, que lo ayude a crecer, a cerrar el álbum y a salir a jugar al fútbol. Que el placer más grande sea jugar en equipo y no solo tener los guayos más bonitos o ser el dueño del balón. Perdió una oportunidad de oro con Ancelotti, un entrenador capaz de llevar al Madrid por la senda del buen fútbol y del éxito. ¿Será que ese niño interior no solo quiere tener los mejores cromos sino que además sueña con ser entrenador del Madrid? El niño interior de Florentino necesita terapia urgente si quiere crecer el Madrid. Además porque en unos meses se verán de nuevo con el Barcelona, en el Camp Nou y, con suerte, con Leo Messi a plenitud. Como diría el charro mexicano: ¡Ayayayayayay, Paloma!
Como dato curioso, en el bar donde vi El Clásico había muchos colombianos vistiendo la camiseta del 10 del Madrid. No veían con mucha simpatía que yo le hiciera fuerza al Barça, menos que le hiciera fuerza al quinto gol. Alguno llegó a decirme que ser hincha del Madrid era ser hincha de James, colombiano. ¿Habrase visto tal línea de argumentación neonazi? Solo me quedó comentarle que antes de que James entrara al Madrid ya Piqué era el esposo de Shakira, colombiana, ¿y entonces? El hombre torció la cara como si estuviera experimentando un cortocircuito. Lo dejé ahí chamuscándose y me fui con el sinsabor de que a pesar del partido perfecto del Barça, faltó el gol de Messi para completar la manito. Mi niño interior también es bien exigente.