Vuelve un nuevo episodio de las trampas de la memoria. Me parece recordar que leí esta frase por primera vez en el artículo de un activista estadounidense protestando por la inminente invasión de Irak por allá en 2003. Aunque no me sorprendería que algún inglés la haya pronunciado un par de siglos antes. Me gustó como un acto de rebeldía ciudadana, de recuperación de la dignidad del individuo frente a los abusos del Estado, similar al No en mi nombre. Pero con la discusión sobre el tercer paquete de rescate a Grecia me empezó a fastidiar sobremanera.
Se estima que la mitad de los holandeses andan felices con esta frase para oponerse al paquete de rescate. La escuché en más de un debate televisivo: «no más apoyo al régimen corrupto, clientelista y despilfarrador de los griegos, al menos no con mis impuestos». En realidad no había mucho que debatir: la política internacional neerlandesa se rige por el viento en estas situaciones de crisis. Si todos los países votan a favor, como lo han hecho con Alemania a la cabeza, Holanda no será la voz discordante. Cuando llegué a Holanda me impresionó mucho la solidaridad de los holandeses: el país con el índice de donaciones a proyectos sociales más alto del mundo y creo que el único país rico que cumple con la meta del milenio del 0.7%. Esta posición frente a los griegos habla mucho de la relación de los holandeses con el dinero, que puede resumirse en que hay que ayudar a quien verdaderamente lo necesita, los demás que no sean vagos y trabajen por ayudarse a sí mismos primero.
La complejidad de la crisis griega, la innegable corrupción que evaporó los créditos absurdos que los bancos alemanes y franceses (sobre todo) le hicieron al Estado heleno, ha logrado hacer invisible el hecho de que la crisis la están pagando ahora los menos favorecidos y los pensionistas griegos. Apenas llegó al poder, Tsipras prometió una comisión especial para investigar en qué se había ido el dinero. Terminó su paréntesis de gobierno y esta comisión no arrojó ningún resultado. ¿Cómo evitar que el nuevo paquete de ayuda se evapore por el mismo agujero negro otra vez?
Grecia está también en la encrucijada sobre el destino de Europa: ¿se logrará la integración fiscal europea o no? ¿triunfará el modelo neoliberal de la Europa de dos velocidades que quiere Schäuble, dejando a países como Grecia a la saga? Hace falta una visión paneuropeísta para responder a estos interrogantes, si realmente se quiere consolidar la Unión.
No con mis impuestos fue una frase pronunciada como conclusión de un concienzudo análisis de la situación puntual; utilizarlo como comodín para cualquier cosa que no le gusta a un votante no hace más que debilitarlo, al punto de que se presentaron casos de franceses en Grecia que se negaron a pagar las entradas a un monumento diciendo que «Francia ya pagó las entradas con créditos a Grecia». Cuando iba a Grecia un colega me dijo que no tendría que pagar por la comida, pues los holandeses «ya hemos pagado con nuestros impuestos».
Me pregunto qué estarán pensando estos neodignos ante la crisis de inmigrantes. Hay quienes dicen que «hay que dejar que naufraguen o la situación empeorará». Parecen estar de acuerdo con que esta crisis se debe resolver por selección natural: solo deben sobrevivir los más aptos. O si se les ha de ayudar, que no sea con sus impuestos.