Nederlandia amanece al borde de la sequía. Ayer, el ministerio del Agua fijó las prioridades en caso de racionamiento de agua: primera, los diques, no vayan a ceder y causen una tragedia enorme; segunda, el agua potable; tercera, el agua para las centrales eléctricas; cuarta, el agua para las gallinas y las vacas.
La comunidad de musulmanes acordó reunirse ayer en sus mezquitas para orar para que llueva. Un gesto de buena voluntad, sin duda, pero que plantea de nuevo el debate sobre la necesidad de religiones milenarias que no se corresponden con la realidad. Sea el momento de recordar el cuento Eugenesia compilado por Borges y Bioy Casares en su colección de cuentos breves y extraordinarios:
Una dama de calidad se enamoró con tanto frenesí de un tal señor Dodd, predicador puritano, que rogó a su marido que les permitiera usar la cama para procrear un ángel o un santo; pero, concedida la venia, el parto fue normal.
Para parodiarlo: y después de tanto orar, sigue sin llover.
Las clases de religión en los colegios deberían de ser remplazadas por clases de astronomía: conocer mejor el universo, valorar la unicidad de la Tierra y aprender a convivir con ese misterio de que aun si no sabemos qué había antes del Big Bang (o si el Big Bang es una teoría acertada), hay una energía expansora en tensión permanente que nos ayuda a comprender el ciclo de vida y muerte. No hay más, ni cielos con sabios de barba blanca ni mil vírgenes esperando por nosotros ni trasmutación de las almas.
Estas clases de astronomía quizás sí obrarían el milagro de comprometernos como sociedad con el cambio de mentalidad y acciones que necesitamos para enfrentar el desafío del cambio climático. Por ejemplo, que una sociedad como la alemana, tan dependiente de su industria automotriz, reconozca el daño del diesel, las trampas de sus grandes empresas para evadir el control de emisiones, y sancionarlas de manera ejemplar sin importar los costos para la sociedad. Fijar indicadores verdes que todos los gobiernos deben cumplir, así disminuya el Estado de bienestar. Estas son medidas más eficaces que unirnos a rezar para entregarle nuestro destino y responsabilidad a Dios, a Allah o a cualquier otra deidad. Sí, ya lo sé, por algo este chiringuito se llama Bitácora Utópica y miles de millones dormirán tranquilos esta noche luego de rezar porque llueva.