Amanecí radicalizado (2)

En mi círculo familiar y de amigos, alrededor de 40 personas, fui el único que votó No. Sin embargo, con todos con quienes he hablado, en general se han mostrado satisfechos con la victoria del No. En aras de lograr el fin del conflicto armado todos estuvieron dispuestos a tragarse los sapos del Acuerdo con tal de que se silenciaran las armas. Ahora con el No ven que es posible lograr la paz sin tener que tragarse tantos sapos.

El país estaba efectivamente votando bajo la amenaza de las armas. Fue muy coherente la Fiscalía General al resaltar que la votación del plebiscito debería de ser hecha con la guerrilla desarmada, una quimera que dejaba en evidencia la presión que ejerció el Gobierno al resaltar que el plebiscito era por el Sí o por la guerra. Curiosamente no hay registrada ninguna pronunciación de los principales voceros del No a favor de la continuación del conflicto por la vía armada.

Esta amenaza contribuyó a polarizar en gran parte el país: todavía se escucha la “indignación” de los votantes del Sí diciendo que los del No quieren más bala y más guerra. Esto no es más que repetir el discurso del Gobierno sin entrar a analizar lo que piensa la otra parte. Igual como hizo las Farc, cuya primera reacción fue decir que triunfaron los enemigos de la paz y los belicistas.

La marcha masiva de los estudiantes bien puede ser vista como el clamor de todo un país que no quiere más guerra. Hay gente que dice que el país está en medio de la incertidumbre, lo cual no es de por sí negativo: ¿qué pasaría si el cese del fuego fuese definitivo? El gran riesgo en ese caso es que desaparezca la voz de las Farc, pues históricamente se ha hecho sentir a través de las armas, sin olvidar que cuando lo hizo políticamente a través de la UP fue miserablemente masacrada por la mano negra del Estado. Siento aún la frustración de no haber podido votar por Jaime Pardo Leal (todavía no tenía cédula pero era mi candidato).

Las Farc tiene ahora la opción de oro de pedir su espacio político en la sociedad. Quizás se da cuenta de que por la vía armada no logrará ninguno de sus objetivos y que es el momento de hacer la transición; ya han tenido una visión de lo que podrían obtener por la vía democrática. En este sentido parecen apuntar las declaraciones de sus jefes. Se impone entonces la flexibilidad para sentarse a negociar de nuevo y mantener el cese del fuego, igual para el Estado.

La amenaza de la guerra es real, pero mientras los actores quieran negociar no tiene por qué suceder.

Amanecí radicalizado

La noticia del Nobel para Santos me deja indiferente. Me parece que el premio se lo merecía más Pastrana en su momento, pues fue mucho más osado que Santos, si bien es cierto que no concretó algo con el alcance del Acuerdo de La Habana.

Digo que amanecí radicalizado porque me parece que el trino de Timochenko muestra que las Farc están dispuestas a apostarlo todo por la vía civil. Lo cual pondría al Gobierno y a la sociedad colombiana pos-plebiscito, paradójicamente, en un mejor lugar para negociar para todas las partes. El escenario alternativo se resume en 5 pasos:

  1. Las Farc reconocen que se agotó la vía armada para llevar a cabo una revolución en Colombia, que la verdadera revolución debe suceder en la vida civil y no armada;
  2. Las Farc, en un acto de humildad sin precedentes en su historia, le piden perdón a la sociedad por haber continuado con el camino armado por tanto tiempo y causando tanto daño;
  3. Las Farc le piden a la sociedad que por favor les abra un espacio para seguir luchando por sus ideales (cualesquiera que estos sean) en la arena movediza democrática colombiana.
  4. El Estado les ayuda a hacer la transición a la vida civil sin más apoyo que la seguridad, los subsidios necesarios para capacitar a los guerrilleros y consolidarse como fuerza política, y las curules en el Congreso para que entren a participar de manera activa en la vida política nacional. Todos los demás cambios deben ganárselos con votos.
  5. Las Farc y el Estado reconocen que deben de reparar a las víctimas por los crímenes de lesa humanidad.

Con un acuerdo basado en el reconocimiento de que la vía armada está agotada y que las Farc lo que necesita es ayuda para reintegrarse a la sociedad, los puntos del Acuerdo se reducen bastante, tanto como para disolver en gran parte la polarización nacional. Una solución utópica y posible.

El mejor acuerdo posible (7). Un nuevo enfoque

Para sorpresa mundial ganó el No el plebiscito. Los votantes del Sí se preguntan con qué clase de gente están conviviendo en el país. Como se anotaba en la entrega anterior, la falta de discusión del Acuerdo con la sociedad llevaría a que el No tendría un millón de interpretaciones. Como votante del No y consumado antifuribista comparto mis razones para haber votado No:

1. La votación bajo la amenaza de guerra:

El gobierno de Santos escogió la carta del fin de la guerra con las Farc como el punto fuerte del Acuerdo, so pena de continuar de manera indefinida el conflicto interno. Pero en el fondo esta presentación equivalía a una extorsión velada: firman sí o seguimos la guerra, como hacen las mafias para justificar el cobro de seguridad. El hecho de que las partes puedan decretar el cese del fuego y dialogar demuestra que existen otros caminos para continuar con el enfrentamiento que no sea la vía armada. Ahora bien, tratándose de las Farc, que se levantaron del Caguán con la convicción de que se tomarían el poder por las armas, es comprensible que el país pudiera creer que esta era la disyuntiva. Retomar el camino de las armas para la guerrilla equilvadría en este momento a asumir su condición de fuerza extorsionista más que guerrillera pues su método es negociar bajo la amenaza de la destrucción de la guerra. Aún así habló la voz del pueblo y les dijo No. (Sigue leyendo »»)

¿Por qué escribir? (3)

Una de tantas respuestas de Rilke, tomada del prefacio de sus Relatos de Praga, escrita en Schmargendorf, febrero de 1899:

Este libro es todo pasado. La tierra natal y la infancia –ambas ya muy lejanas– son su trasfondo. Hoy no lo habría escrito así, y por tanto probablemente nunca lo habría escrito. Pero en aquel tiempo en que lo escribí me fue necesario. Hizo que me fuera querido lo que tenía ya medio olvidado y me lo regaló; porque del pasado solo poseemos aquello que amamos. Y queremos poseer todo lo que hemos vivido.

Contestador automático (2).

Esas cosas de la sincronicidad. Me escribe Isa (mi madre) a contarme que ella sí se ha dado cuenta de cuando le hago la broma del contestador, solo que acepta el juego porque entiende que estoy ocupado: «Boba no soy». Me cuenta también que llamó al número de teléfono que teníamos antes y me dice que ya no existe más.

Le cuento que cuando me cambié de casa en Bogotá llamé por error al teléfono del apartamento anterior para escuchar el contestador y me llevé un susto tremendo cuando me contestó un hombre con la misma voz mía diciendo que era Daniel Ramos. Le colgué y no volví a marcar ese número jamás, qué susto me dio: «¿No te dio miedo que te sucediera lo mismo?». Respondió perpleja: «No se me ocurrió». «Del susto que te salvaste», le dije. Le pregunté qué era de la vida de la familia cutting edge y me dijo que justo hacía poco había visto por televisión al hijo haciendo cola para comprar el nuevo Iphone 7 en Washington. «¿Sí era él? A mí también me pareció verlo y creo que fue por eso que recordé la historia del contestador», le comenté. A veces parece innegable que efectivamente todo está dicho en la infancia.