Para decepción de los fanáticos de los Beatles o de Julio Verne no escribiré sobre el submarino amarillo o las aventuras del capitán Nemo. Menos aún del deporte con el mismo nombre. Escribiré sobre uno de los grandes peligros que acechan en el camino a Utópica y que está afectando la vida de millones de personas: la técnica de tortura conocida por este nombre, el ahogamiento simulado en el agua que los anglosajones llaman waterboarding.
1.
Hace un año el pueblo griego se manifestaba con un categórico Όχι sobre el paquete de medidas propuesto por Bruselas. Poco sospechaba Alexis Tsipras lo que le esperaba cuando entró ese fin de semana al Parlamento Europeo a negociar las condiciones del rescate griego. A pesar de conocer en extenso la mitología griega, de saber las múltiples formas que hay de torturar a una persona, no tenía ningún antecedente que lo preparara para el encuentro con la ira de los halcones neoliberales liderados por Wolfgang Schäuble –y eso que para entonces ya había visitado al menos cuatro veces la clínica por los ataques de pánico ocasionados por las difíciles circunstancias. Después de esa terapia intensiva de submarinismo en la que Grecia se comprometió a un paquete de austeridad más extremo y difícil aún, Alexis Tsipras salió diciendo Ναι (Sí) a todo.
Circula en las calles de Atenas una anécdota al respecto: un hombre llama a pedir un souvlaki a domicilio. El vendedor le pregunta que si lo quiere con tzatziki; “Sí”, responde el hombre; ¿con tomate? “Sí”; ¿con papas? “Sí”; ¿con pita? “Sí a todo”, termina por responder el hombre, a lo cual el vendedor le pregunta: “¿Eres tú, Alexis?”. (Sigue leyendo »»)
