Así se llama el álbum de Kenny Barron con Dave Holland, una delicia para compartir con los lectores y melómanos utópicos. Aquí el primer tema:
httpa://www.youtube.com/watch?v=t3JJdIBDCo0
Así se llama el álbum de Kenny Barron con Dave Holland, una delicia para compartir con los lectores y melómanos utópicos. Aquí el primer tema:
httpa://www.youtube.com/watch?v=t3JJdIBDCo0
Vuelve un nuevo episodio de las trampas de la memoria. Me parece recordar que leí esta frase por primera vez en el artículo de un activista estadounidense protestando por la inminente invasión de Irak por allá en 2003. Aunque no me sorprendería que algún inglés la haya pronunciado un par de siglos antes. Me gustó como un acto de rebeldía ciudadana, de recuperación de la dignidad del individuo frente a los abusos del Estado, similar al No en mi nombre. Pero con la discusión sobre el tercer paquete de rescate a Grecia me empezó a fastidiar sobremanera.
Se estima que la mitad de los holandeses andan felices con esta frase para oponerse al paquete de rescate. La escuché en más de un debate televisivo: «no más apoyo al régimen corrupto, clientelista y despilfarrador de los griegos, al menos no con mis impuestos». En realidad no había mucho que debatir: la política internacional neerlandesa se rige por el viento en estas situaciones de crisis. Si todos los países votan a favor, como lo han hecho con Alemania a la cabeza, Holanda no será la voz discordante. (Sigue leyendo »»)
Creo que alguna vez leí una novela con este título. Si no, es un ejemplo perfecto del título. Esta semana pasaron de visita un par de amigos en su tour maratónico por Europa: 18 ciudades en 30 días. Recordé el chiste de otra pareja de viajeros: uno de ellos se asoma a la ventana del hotel, pregunta “¿qué día es hoy?”, ella responde: “Miércoles”, “¡ah, entonces esto debe ser Budapest!”, exclama él. Pasa todo tan rápido que no se alcanza a saborear nada. El único fin de estos viajes quizás sea hacer un inventario de lo que realmente vale la pena visitar.
Les comentaba la invitación que me hizo F. a un restaurante con dos estrellas Michelin (se ganó la invitación para dos personas en el bazar de la ONG en la que participa). Mis amigos me preguntaron que qué tal el restaurante. Les dije que había sido una experiencia inolvidable, pero cuando quise detallar el menú, solo recordé tres de los siete platos. De regreso a casa busqué en mi diario si tenía el listado de los platos, pero no lo anoté sencillamente porque creí que sería inolvidable. (Sigue leyendo »»)
Hoy ampliamos un poco más la serie Échale salsita para arrancar no de un son sino de un bolero. Ahora que Donald Trump está desenmascarando cuán arraigada está la xenofobia en los EUA, vale hacerle un pequeño homenaje a la mexicana María Joaquina de la Portilla Torres, más conocida como María Grever. Migró muy joven a los Estados Unidos y nos dejó un catálogo de más de 800 boleros, muchos de ellos compuestos en Nueva York, ciudad donde finalmente murió. Dentro de su catálogo musical se destaca el bolero Cuando vuelva a tu lado. Empezaremos con la versión de Libertad Lamarque para echarle salsita de jazz latino y terminar con la delicia de Alfredo Rodríguez. Enjoy pals!
De la serie Échale salsita hoy presentamos una nueva variante, la dimensión curativa del son. No será un canto a Babalú o San Lázaro, sino a Dundunbanza, el dios yoruba de la confusión: «Dundunbanza, ¿quién te mandó? Dundunbanza, ¡embrómate ahora!».
Como siempre, empezamos con la versión original del maestro Arsenio Rodríguez y en esta ocasión no le echaremos salsita sino bastante son con Sierra Maestra, ¡a bailar, soneros!