Cuando el tamaño sí importa

Igual que a los bancos se les hacen pruebas de resistencia, la covid-19 ha puesto a prueba a las sociedades y Estados en todo el mundo, pero no con pruebas simuladas sino en tiempo real. En el caso colombiano, la plutocracia vestida de democracia ha quedado al desnudo. Uno de los pilares del Estado moderno es tener control sobre todo su territorio: en Colombia esto jamás ha sucedido, pero más grave aún, no tiene ni idea de quiénes o cuántos son los ciudadanos que la habitan. Estos principios de la ciencia política sobre qué es el Estado deberían incluir uno nuevo, amparado por los avances tecnológicos: tener censada a toda su población. Es decir, un Estado debería saber quiénes son sus ciudadanos, dónde están, dónde viven.

La tecnología está disponible y cada año abarata sus costos. ¿Pero podría hacerlo el Estado colombiano? La covid ha demostrado que no es por una cuestión de falta de recursos sino porque no le interesa. Los ministros de Hacienda y Economía sencillamente han asumido que no hay cama para tanta gente y hay que aprender a vivir con más de medio país excluido del aparato estatal. Ese medio país es una cifra aleatoria que baso en el tamaño que se estima que tiene la economía informal. En este contexto, el tamaño importa y el Estado colombiano no sale bien parado… (Sigue leyendo »»)

Memorias fantasmagóricas

Como escritor fantasma que fui, el comunicado de Lina Moreno, esposa del expresidente detenido Uribe Vélez, me trajo recuerdos del oficio. Aclaro que no descarto que la señora Moreno sea la autora del comunicado, solo que tiene recursos propios de los fantasma que me provocan esta evocación matutina en la forma de memorias fantasmagóricas. Mi primera sorpresa fue encontrarme a la Didot en el titular del comunicado:

Recuerdo ese día que vi los tipos originales en el Museo de Johannes Enschedé en Haarlem, junto con los de la Baskerville, Bodoni, Perpetua, Gill Sans entre otros (para desmayarse). La Didot viene incluida en los Mac, de donde se puede deducir que el texto se le pasó a un diseñador o que fue formateado directamente en el Mac de la señora Moreno. Aprecio también las tildes en las mayúsculas, pequeños detalles de cuidado de no querer dejar nada al azar.

También recuerdo en mi biblioteca familiar un libro que mi padre valora en particular: El diccionario de citas célebres que, según el texto a escribir, puede ser un instrumento invaluable para darle un tono de erudición al contenido o ser la floritura para abrir como epígrafe. Incontables las veces que ha usado ese libro, incluso para grabarlas en el contestador automático como primera respuesta.

La cita de Fitzgerald que sirve de epígrafe era quizás la que más apreciaba el escritor Jorge Semprún, que la asociaba con la resistencia, con la capacidad de no dejarse abatir por la realidad. Llegó a llamarla la mejor definición de dialéctica que conocía en su libro Vivir es resistir. Pero no quiero perderme en el estudio de las citas, sería caer en el divertimento del fantasma. Porque sí, da cierto placer introducir esas citas como argumento que fortalece o da autoridad y razón a lo que se dice, pues como ya lo dijo Sócrates en el Fedro: …. (Sigue leyendo »»)

Uribe detenido: no disparen al mensajero

1.

Aunque parezca increíble, hubo un tiempo en el que Uribe no era popular en las encuestas. Hay que remontarse al 2002, cuando su favorabilidad de voto para presidente estaba en un magro 2%. Este dato me lo comentó el exmagistrado Vladimiro Naranjo (qepd) en La Haya: «En 2002 el presidente Pastrana me nombró como su hombre de enlace con los candidatos presidenciales. Mi labor era comentar con ellos la opinión presidencial sobre varios temas y hacer el seguimiento de la campaña. Uribe en ese momento apenas tenía 2% de intención de voto. Me pregunté si valía la pena charlar con él porque era un candidato que probablemente tiraría la toalla muy pronto. Igual entendí que mi mandato obedecía al presidente y no a las encuestas: hablé con todos ellos sin distinción de popularidad. El fracaso de los diálogos del Caguán disparó el discurso de Uribe hasta que se volvió el candidato a batir. Ya posesionado me agradeció que siempre lo hubiera mantenido informado y que, de hecho, mi visita lo motivaba a seguir adelante, pues lo confirmaba como un candidato serio. Fue uno de los factores que llevaron a Uribe a nombrarme embajador en los Países Bajos». Hoy con distancia puede afirmarse, con algo de controversia, que Uribe es producto de las Farc: sin su engaño en el Caguán Colombia no conocería el uribismo, no habría crecido más allá de ese 2% del 2002. Otro más de los legados nefastos de las Farc y la extensión de esa cortina de humo que fue el conflicto armado con ella.

2.

Una hacienda bien llevada funciona como un relojito. Todo marcha a la perfección. Es como ver una película bucólica en la que todo está en orden. Esta es la utopía fundacional del uribismo: llevar el modelo de gestión exitosa de la hacienda a Colombia. Es un chiste serio cuando se dice que Uribe ve al país como su finca. A este relojito le nació un enemigo: el impuesto extorsivo y el robo de ganado y tierras de las Farc. La solución de los terratenientes provino, cómo no, de su experiencia con las fincas y haciendas: hay que purgar a esta gente. De las Autodefensas se pasó a los Paramilitares: en el trasfondo de la detención de Uribe esa es la verdad temible que se asoma, que participó en la fundación de grupos paramilitares en su Hacienda.

El concepto de la purga me lo compartió una amiga que pertenece a esa clase dirigente antioqueña que la apoyó: «Es muy duro pero toca hacerlo», expresión acompañada de labios apretados y hombros encogidos. «Nada qué hacer, las purgas son bravas». El mismo gesto que comparte el presidente Duque ante el goteo diario de asesinatos de líderes sociales y guerrilleros desmovilizados. No que en las ciudades ese fuera un concepto novedoso: la desaparición forzada, la purga urbana, ya llevaba su buen camino desde finales de los setenta. (Sigue leyendo »»)

Borges, arquitecto

Cuando salimos a comer, F. me dice que soy poco aventurero a la hora de escoger un plato. Le sorprende que tenga platos fijos en los restaurantes que nos gustan. Si vamos al indonesio, pido tal plato, al italiano, tal otro, y así con los demás. «He armado con los restaurantes de la ciudad un gran menú, cuando quiero un plato sé a qué restaurante ir –le comento en mi defensa–. Así es como leo la prensa hoy en día también». He hecho mi propio Proyecto Bics con cada periódico que me gusta. Apenas son dos los periódicos que leo completos, a los demás llego directamente a mi sección favorita. Igual puedo decir de los programas de radio: son las posibilidades que nos ofrece hoy la tecnología. Más complejo e interesante aún: con la pandemia es posible hacer un pedido con platos de diferentes restaurantes a través de una app.

Pero no es una idea nueva. Debo recordar Dirección única, de Benjamin, esa forma de recorrer la ciudad dejándose sorprender por el chef del día o yendo a buscar ese rincón preferido. Ahora mismo siento nostalgia de la caminata para visitar la librería Buchholz de la 59, sería una buena ocasión también para visitar a I. Carlos Fuentes prometió una experiencia similar en su Geografía de la novela, un libro que pensé que haría el mapa de los grandes temas que recorre la literatura, con los escritores que los habitan. Él prefirió hacer un rolodex de la actual geografía con los escritores que habitan cada país. Carita triste.

En un café me encontré a un filósofo griego que estudia el lenguaje en las nuevas tecnologías. Le comenté cómo Borges había anticipado varios de los fenómenos que vivimos ahora. Escuchó con algo de atención y recurrió al lugar común de que era un excelente escritor “pero nunca escribió una novela”. He escuchado esto tantas veces y me parece un parámetro tan limitado para sopesar la obra de Borges. Fue entonces cuando pensé de nuevo en mi oficio particular de editor con las noticias del mundo, los programas de radio y la gastronomía de la ciudad. Me di cuenta de que Borges había anticipado la red de redes, que si hay un mapa de su obra ese debe ser Internet. Su símbolo podría ser el Atomium de Bruselas. No solo todo está interconectado en su obra sino que los caminos para llegar a los diferentes lugares que cubre son múltiples.

En El Congreso Borges trató de describirnos ese mapa de su obra, anticipando desde el principio que por pereza su testimonio quedaría incompleto. No podía ser de otra manera; es tan extenso. Aún para mí, humilde cronista utópico, me resulta una tarea más que utópica.

Pensemos tan solo en los nodos de la estructura, en los pasajes que pueden ser senderos que se bifurcan, laberintos recorridos por Cervantes, el minotauro e incontables personajes entre los que se incluye, como no, el lector mismo. Pueden ser una biblioteca, esa colección de objetos inanimados que solo cobran sentido cuando se les lee y se produce el hecho estético, como bellamente dijo Borges. Pueden ser viajes vertiginosos en el tiempo para decirnos al final del recorrido que todo está en el aleph.

Quizás sin saberlo, series como Dark o El ministerio del tiempo son deudoras de Borges, como The Matrix y su juego de los mundos paralelos. Todos están en ese mundo creado por el argentino. Una obra en expansión además, que sigue creando patrones invisibles para nosotros hasta que algo en el mundo exterior nos dice «yo ya había visto esto antes».

¿Qué es una novela al lado de esta obra borgeana? Como Zatoichi, Borges parece decirnos que, en verdad, los ciegos somos los otros.

Desmovilización general

En el 2000, en los Países Bajos hubo un caso famoso de un periodista, Koen Voskuil, que fue sentenciado a un mes de cárcel por no revelar su fuente de información: por un policía anónimo, Voskuil informó sobre un operativo ilegal de la Policía para atrapar a un narco. De probarse esta denuncia, la Policía podría ser sancionada y el caso contra el narco corría peligro.

Si bien en 1996 se aprobó la protección de las fuentes para los periodistas (ya estaba contemplada para médicos y abogados), solo hasta hace un par de años el parlamento logró el texto final. Influyó en parte también que Voskuil demandó al Estado por la vulneración de sus derechos como periodista y el Tribunal Europeo falló a su favor. En resumen, la ley protege el derecho profesional del periodista a no revelar sus fuentes (lo ampara el secreto profesional), salvo en dos casos excepcionales: está en juego la seguridad nacional o la de personas en particular.

En el caso de Voskuil, el juez sentenció que su negación a revelar su fuente ponía en cuestión la integridad de la Policía, su reputación, y arriesgaba la pérdida de confianza de la población en ella. Voskuil se sostuvo en su posición por razones éticas, se le sentenció y el caso se archivó sin mácula para la Policía. Cumplió 18 días de cárcel.

Este caso me vino a la memoria por los argumentos del juez: la sociedad no puede tener motivos para poner en duda la integridad de sus organismos de seguridad. En efecto, como locombiano, este argumento es a todas luces una utopía para Colombia, no puedo ocultar una triste carcajada irónica.

Después de la violación de la niña embera, el Comandante General del Ejército, general Eduardo Zapateiro, reveló que el Ejército investiga 118 casos de abuso sexual de menores. Para dorar la píldora dijo que eran investigaciones que se realizan desde 2016, como insinuando que son casos novedosos, pero a la vez dejando un largo manto de duda sobre el pasado. (Sigue leyendo »»)