Sororidad

Empezaré esta entrada con tres viñetas de la vida real:

1.

En una empresa en la que trabajaba en Colombia, la directora y subdirectora estaban terminando un proceso de selección para contratar a una persona. Finalmente quedaron dos candidatas. La primera era una profesional sobresaliente, con experiencia y dos maestrías encima; la segunda no tenía ni de lejos la hoja de vida de la primera, pero era la hija del Dr X. «Y como es la hija del Dr X, no podemos pagarle la cantidad y que le daríamos a la primera candidata, no puedo pagarle menos de 2y», concluyó la directora.

¿A quién escogieron?

A la segunda candidata: los contactos del Dr X traerían nuevos ingresos a la empresa y terminarían pagando de sobra su salario.

2.

Estudié en un colegio internacional. Tenía un amiguito muy simpático, JPT, con quien nos divertíamos bastante. Una vez vino a jugar a nuestra casa en el barrio San Luis, la pasamos muy bien. Cuando su mamá vino a recogerlo entró en shock: el poste de la luz frente a la casa estaba dañado y ella se sintió muy insegura; tuvo que parquear su Mercedes 20 metros más adelante para no quedarse en la oscuridad. A los pocos días JPT dejó de jugar conmigo. No entendía su rechazo, menos que una de las señoras que supervisaba el recreo me llevara a jugar con otros niños. Se lo comenté con mezcla de tristeza y extrañeza a mi mamá, quien me dio una explicación muy sencilla: «A la mamá de JPT no le gusta donde vivimos, ellos viven en El Chicó y no quiere que su hijo juegue contigo para no tener que venir a recogerlo acá».

3.

Viajamos con mi mamá a conocer Miami de niños; mi padre se quedó por trabajo. Nos encontramos con la tía A, que trabajaba por ese entonces en una joyería en NY. Por casualidad, sus jefes también estaban en Miami y nos invitaron a comer. Ya de despedida quisimos tomarnos fotos con ellos, pero declinaron. No entendí por qué no querían fotografiarse con nosotros, hasta que después de decirnos adiós mi tía le llamó la atención a mi mamá: «Con esas pintas tan horrorosas qué iban a querer tomarse fotos mis jefes con sus hijos». Estábamos vestidos como en un día cualquiera en Bogotá.

4.

Cuando sucedió la escena de la primera viñeta no le di mayor importancia de que se tratara de dos mujeres escogiendo entre dos mujeres. Lo que me impactó fue que la selección se decantara por un asunto de clase y relaciones públicas y no de excelencia. Me pareció un buen retrato de cómo funciona Colombia. Ahora que tanto se habla de la sororidad veo esa escena preguntándome dónde quedó la sororidad: ¿en que escogieron a una mujer, independientemente de que se reprodujera el poder y estructura de clase?

Como con el lenguaje incluyente, no puedo dejar de relacionar cierta vertiente del feminismo con exclusión: la fórmula “los y las” excluye a toda la comunidad LGTBI+ (de ahí mi preferencia por el uso de la e), pero con las TERF la cuestión ya es llevada a otro extremo: según ellas, las mujeres transexuales son hombres que pretenden ser mujeres, pero no lo son. Personalmente las considero como uno de los más de cien géneros que ha clasificado la ciencia; hay unas que se reconocen como mujeres, otras que se identifican como trans, no como mujeres, etc. Pero esa insolidaridad de las TERF con los transexuales me asombra. Probablemente habrá hombres que digan que los hombres trans no son hombres, pero hasta donde sé, no existe un equivalente al concepto TERF para los hombres.

La primera viñeta me reafirma más en que la lucha social debe ser por lograr como base el respeto y práctica de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH). Hoy en día veo al feminismo como un subgrupo de esa Declaración (las mujeres), pero que parece que no se cuestiona el poder en la sociedad. Es la conexión con la segunda viñeta: la que discrimina entre dos niños es una mujer. En la tercera viñeta, es un matrimonio judío el que no se quiere fotografiar con un niño y una niña latinos porque visten ropas baratas. Claro, es fácil endilgarle todo esto al heteropatriarcado, pero curiosamente en todas las escenas son mujeres las que reproducen el dictado del poder, del que se benefician ellas también.

Miro de nuevo con amor y ternura a mi madre, que nos educó en igualdad de términos con mi hermana sin haber tenido mayor conocimiento del feminismo en su época. ¿Quizás porque su signo zodiacal es Libra? Heredé de ella esa igualdad vivencial que tan bien empata con la DUDH gracias a la cual puedo decir que nunca he discriminado a nadie por su sexo, género, religión, raza, condición social, etc. Sí por ser malas personas, pero ese es otro tema. De mi madre también heredé la solidaridad; de los choques más duros de aprender en la realidad es que esos utópicos solidarios seguimos siendo una minoría.

Y hoy, de camino a Utópica, me sigo preguntando si el feminismo debería disolverse globalmente en la promoción y práctica de la DUDH, donde no hay espacio para feministas TERF, entre otras discriminaciones. De ahí en adelante podríamos organizarnos mejor como sociedades.

Ah, de JPT no volví a saber nada: se hizo amigo de niños menos aplicados, perdió el año y tuvo que salir del colegio… Solo le deseo que esté muy bien, que haya conservado su simpatía y se haya liberado de la educación de su madre.