Submarinismo: alerta naranja

Para decepción de los fanáticos de los Beatles o de Julio Verne no escribiré sobre el submarino amarillo o las aventuras del capitán Nemo. Menos aún del deporte con el mismo nombre. Escribiré sobre uno de los grandes peligros que acechan en el camino a Utópica y que está afectando la vida de millones de personas: la técnica de tortura conocida por este nombre, el ahogamiento simulado en el agua que los anglosajones llaman waterboarding.

1.

Hace un año el pueblo griego se manifestaba con un categórico Όχι sobre el paquete de medidas propuesto por Bruselas. Poco sospechaba Alexis Tsipras lo que le esperaba cuando entró ese fin de semana al Parlamento Europeo a negociar las condiciones del rescate griego. A pesar de conocer en extenso la mitología griega, de saber las múltiples formas que hay de torturar a una persona, no tenía ningún antecedente que lo preparara para el encuentro con la ira de los halcones neoliberales liderados por Wolfgang Schäuble –y eso que para entonces ya había visitado al menos cuatro veces la clínica por los ataques de pánico ocasionados por las difíciles circunstancias. Después de esa terapia intensiva de submarinismo en la que Grecia se comprometió a un paquete de austeridad más extremo y difícil aún, Alexis Tsipras salió diciendo Ναι (Sí) a todo.

Circula en las calles de Atenas una anécdota al respecto: un hombre llama a pedir un souvlaki a domicilio. El vendedor le pregunta que si lo quiere con tzatziki; “Sí”, responde el hombre; ¿con tomate? “Sí”; ¿con papas? “Sí”; ¿con pita? “Sí a todo”, termina por responder el hombre, a lo cual el vendedor le pregunta: “¿Eres tú, Alexis?”.

2.

Ayer el Informe Chilcot confirmó lo que todos sabíamos: Irak no tenía armas de destrucción masiva, no era un peligro inminente y el grupo de las Azores no agotó todas las posibilidades para prevenir la invasión de Irak. Si se leen estas conclusiones entre líneas, Chilcot nos recuerda otro submarino infame y terriblemente costoso: el del Fiscal General Lord Peter Goldsmith, Barón de Goldsmith, durante el periodo de Blair a manos del gobierno estadounidense.

Recapitulemos brevemente:

Noviembre 2002: La ONU aprueba la resolución 1441. Lord Goldsmith no cree que es suficiente para justificar el uso de la fuerza. Enero 2003: Lord Goldsmith advierte a Blair de que es necesaria una segunda resolución. Febrero 10: Altos funcionarios estadounidenses le dicen a Goldsmith que la 1441 autoriza el uso de la fuerza: Goldsmith cambia de opinión. Marzo 7: Goldsmith le comunica a Blair que las resoluciones aprobadas fundamentan un caso razonable para ir a la guerra; también advierte que el caso podría ser perdido ante la ley. Marzo 13: Goldsmith afirma que viéndolo mejor no es necesaria una segunda resolución de la ONU: la guerra es legal. Marzo 20: empiezan los primeros ataques en Irak. Fuente.

Así pues, la fecha del submarino a Lord Goldsmith es el 10 de febrero de 2003: el último hombre que pudo detener al menos la participación británica en la invasión de Irak, que hasta ese momento había expresado sus dudas sobre la licitud de la guerra, fue convencido de que la invasión era perfectamente legal y así lo expresó por escrito el 12 de marzo de 2003. Innecesario detallar el costo en vidas humanas, recursos, gobernabilidad y estabilidad para la región, refugiados, etc. que la invasión de Irak ha causado hasta entonces y que sigue sin síntomas de detenerse.

No hace mucho escribí sobre el profiling que instintivamente empecé a hacer en el metro de Bruselas. Sin embaro, ayer me entero por Tony Blair que el mundo es un lugar más seguro desde que Saddam Hussein no está en él. Pinochet murió afirmando que los (al menos) 30 mil desaparecidos en Chile fueron necesarios. Sería un gran triunfo que Blair pueda seguir afirmando que la guerra era necesaria, pero desde la cárcel o al menos después de haber purgado unos años de cárcel en La Haya por crímenes de lesa humanidad.

En 2003, cuando Estados Unidos ofrecía millones por ayudar a encontrar al mayor terrorista de la humanidad, Osama Bin Laden, envié un correo electrónico a president@whitehouse.gov diciéndole al entonces presidente Bush que le daría la información sin costo alguno: cuando se mire ante el espejo se verá de frente con el mayor terrorista del mundo, ¡arréstelo! Este correo me costó visitas de la NSA, el FBI y el ejército estadounidense a mi portal digital y algún señalamiento en la base de datos antiterrorista: de tránsito por Nueva York me hicieron un breve interrogatorio pues estaban buscando a otro Daniel Ramos por ciberterrorismo. A pesar del Informe Chilcot, es prácticamente improbable que la justicia estadounidense abra un expediente contra Bush, pero al menos sí sería justo acreditarle el título de terrorista, más aún cuando en las próximas elecciones está la posibilidad de elegir a alguien peor que él.

3.

La última estrofa del himno de Colombia nos recuerda cómo Antonio Ricaurte se inmoló en la Batalla de San Mateo para acabar con el mayor número de soldados españoles que rodeaban la edificación donde se encontraba. Deber antes que vida escribió Ricaurte en el piso antes de hacer estallar la pólvora y volarse en átomos. Los jóvenes yihadistas que hoy en día también se vuelan en átomos prefieren decir Allahu Akbar. Mi ser budista siente compasión por ellos porque son víctimas (conscientes o no) del submarino yihadista: ¿cómo pueden preferir la muerte a la vida siendo tan jóvenes? Por supuesto esto no excusa la gravedad de sus crímenes.

El submarinismo es, evidentemente, la punta del iceberg. Conocer las motivaciones de quienes lo practican nos dará el rostro macabro de los terroristas y la impotencia de lo poco que podemos hacer contra ellos. Alerta naranja viajeros utópicos.