La sorpresa del día fue encontrar que el caminante que simboliza el viaje a Utópica fue subastado por 65 millones de libras, quitándole el récord de obra más costosa al Niño con pipa de Picasso. No me puedo imaginar cuál sería la reacción de Giacometti ante esta cifra escandalosa aún más en tiempos de crisis y con Haití en ruinas.
«¿En qué andas ahora Alberto?», le preguntó Breton a Giacometti. «Estoy trabajando en una cabeza», le respondió. «Vaya, si todo el mundo sabe qué es una cabeza». Esta respuesta marcó el rompimiento de Giacometti con los surrealistas: «Yo no lo sé todavía». Pasaba 5 horas modelando la cabeza de su esposa y aún le quedaban interrogantes. Gracias a este quiebre se autorizó a hacer la revolución con sus esculturas.
La última vez que vi al hombre caminando fue en el Kunsthal de Rotterdam: iba sufriendo por segunda vez el síndrome de Stendhal, toda una experiencia sublime. ¿Qué irá a ser de este hombre? Si deja de recorrer el mundo para ser confinado a alguna colección particular, nos queda la fortuna de que la serie la conforman cinco caminantes más. En todo caso, el hombre de Giacometti seguirá marcando el camino hacia Utópica, la ciudad del horizonte.