Amanecí aterrado. The Descendants me pareció malísima y como tantas veces me sucede con los Oscar, no vi de dónde sacó Clooney una nominación a mejor actor. Recordé lo que me decía un amigo en la universidad: es que Oscar hace rato que no va a cine. Lo único que me gustó de la película fue el acompañamiento a un ser querido en su camino a la muerte. Obviamente tuve que pensar en D para concluir que comparando nuestros estilos de vida quizás fallezca yo primero que ella. A lo único que me aferro de que esto no será así es el recibimiento que me dieron tres chamanas en Perú en momentos separados: todas empezaron diciendo: "larga vida". Amanecí aterrado porque esta reflexión sobre la muerte me llevó a recordar tres momentos (y otro que no creo que clasifique pero igual lo voy a contar) en los cuales la vi de cerca. Desde entonces no entiendo a quienes dicen que no le temen a la muerte. Lo aterrador fue darme cuenta de que D siempre ha estado física o espiritualmente presente en esos tres o cuatro momentos. (Sigue leyendo »»)